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Acta Apostolicae Sedis - Comentario Oficial

y con qué diligencia se conserva, defiende y propaga. De este espectáculo, como bien podemos esperar, convencidos por el más válido de los argumentos, sobre todo si al mutuo intercambio de estudios se suma el motivo de la caridad de Cristo, la mayor parte de los orientales, pensando en sus ancestrales glorias y deponiendo sus prejuicios, ¿no deberían apresurarse a la tan deseada unidad, fundada en una profesión de fe, no ya incompleta y mutilada, sino íntegra y abierta, tal como conviene a los verdaderos adoradores de Jesucristo, que deben estar unidos en un solo redil bajo un solo Pastor?

Por tanto, mientras con nuestros deseos y oraciones pedimos a Dios que pronto llegue un tan feliz día, puede ser útil, Venerables Hermanos, mencionar, aunque sea brevemente, el método con el que nuestro Instituto Oriental emplea actualmente su trabajo y labores según Nuestros deseos, para lograr tan importante objetivo. Los estudios que los profesores atienden con diligencia son de dos tipos: uno está, por así decirlo, restringido al ámbito de las paredes domésticas, el otro sale a la luz con publicaciones de documentos del Oriente cristiano, hasta ahora nunca publicados, u olvidados por la incuria de los tiempos.

Ahora bien, en cuanto a la formación de los jóvenes, más allá de la teología dogmática de los disidentes, de la explicación de los Padres Orientales, y de cuanto a la introducción científica a los estudios orientales o historia, liturgia, arqueología y otros temas sagrados e idiomas de esas naciones, recordamos con gusto y preferencia que, finalmente, pudimos sumar instituciones islámicas a las bizantinas, algo que quizás no se oyese, hasta nuestros días, en las universidades romanas. De hecho, por un rasgo singular de la bondad de la divina Providencia, pudimos nombrar a un profesor turco de origen, que habiéndose hecho por inspiración divina cristiano, después de largos estudios, se ordenó sacerdote, nos pareció muy adecuado para enseñar a los que van a practicar el ministerio sagrado entre sus compatriotas, la manera de afrontar con éxito la causa de Dios indivisible y de la ley evangélica, tanto con los menos instruidos como con los más cultos.