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Acta Apostolicae Sedis - Comentario Oficial

capital del mundo cristiano, una sede propia de los estudios superiores orientales, provista de todos los medios que exige la cultura actual, y distinguida por profesores altamente capacitados en las diversas disciplinas y altamente estudiosos de Oriente"[1], dotada de la facultad de conferir "grados de doctorado en disciplinas eclesiásticas relativas a los pueblos cristianos orientales"[2]; quería además que estuviera abierto no sólo a los orientales, aunque todavía separados de la unidad católica, sino también y especialmente a los sacerdotes latinos, tanto si querían enriquecerse con la sagrada erudición como si querían dedicarse al sagrado ministerio entre los orientales. Por tanto, son muy dignos de elogio aquellos profesores muy eruditos que durante cerca de cuatro años trabajaron para instruir a los primeros alumnos del Instituto en las disciplinas orientales.

Sin embargo, estar cerca del Vaticano, pero demasiado lejos del centro más poblado de la ciudad, no fue un obstáculo menor para el desarrollo de este providencial Instituto. Por eso Nosotros, cumpliendo con lo que había querido hacer Benedicto XV, ordenamos que el Instituto Oriental se trasladase a la sede del Instituto Bíblico, por ser el que más se le acerca en cuanto a tipo de estudio y finalidad, pero de modo que permaneciese separado, con la intención de dotarlo de una sede propia, tan pronto como las circunstancias lo permitasen. Además, para que en el futuro no falte nunca un cuerpo de profesores idóneo para la enseñanza de las ciencias orientales, y creyendo que podría conseguirlo más fácilmente encomendando tan importante empresa a una Orden religiosa, con Nuestra carta[3] de 14 de septiembre de 1922 ordenamos al Propósito General de la Compañía de Jesús que, por su amor y por la obediencia debida a la Santa Sede y al Vicario de Cristo, superando cualquier dificultad, asumiera todos los cuidados del Instituto, en estas condiciones: que conservando Nosotros y Nuestros sucesores la dirección suprema,

  1. Benedicto XV, Motu proprio Orientis catholici, 15 de octubre de 1917 (publicado en AAS vol 9, pp. 531-533).
  2. Benedicto XV Carta apostolica Quod Nobis, 25 de septiembre de 1920 (publicado en AAS vol 12, pp. 440-441).
  3. Decessor Noster (publicada en AAS vol. 14 pp.545-546).