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Página:Revista de España (Tomo I).djvu/91

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con motivo del proyecto de ley sobre vagancia.

parrural y la urbana; las cédulas de vecindad y los pasaportes. El Ayuntamiento nos empadrona, nos empadrona la policía, roquia nos empadrona tambien, la estadística no quiere ser ménos.

Los aduaneros registran nuestros baules y aun nuestras personas sin distincion de sexo. Por causa de las quintas salen á relucir aquellos defectos, que más quisiera el hombre mantener ignorados de su organizacion física. La febril curiosidad del Estado europeo, no reconoce límites, quiere saberlo todo, darse razon de todo, y coloca al ciudadano moderno en una situacion de inquisicion permanente.

Y sin embargo de este inmenso arsenal de armas defensivas que tiene á su disposicion, y á pesar de que cuando las circunstancias lo reclaman, dentro de las constituciones modernas, hay los medios de hacer caer gubernativamente las barreras que guardan el hogar y el domicilio del ciudadano, el Estado recela todavía, el Estado teme ser víctima de asechanzas y emboscadas, el Estado no se cree seguro. No en vano fenómenos como este ocupan poderosamente la atencion y ejercitan la actividad intelectual de los pensadores más eminentes, porque su presencia denuncia un profundo desequilibrio en las fuerzas de la sociedad europea y su aparicion es de siniestro augurio, como lo fueron para nuestros antepasados los cometas.

La esencia, no de ese delito ni siquiera de ese acto, sino de ese estado, condicion ó manera de ser que se llama vagancia consiste, como con innegable acierto delararon el Código francés y las legislaciones de otros pueblos, en la carencia de domicilio fijo. En efecto, vago, ello mismo lo dice, es el que lleva una vida nómada y errante, el que no establece, por decirlo así, entre su persona y un punto determinado del espacio relaciones constantes ó por lo menos habituales. Esta circunstancia es importantísima, es la cardinal tratándose de una ley como la de vagos. El hombre que dice á la autoridad: «yo vivo en tal barrio, en tal calle, en tal casa y en tal cuarto,» revela á no dudarlo una tranquilidad completa de conciencia, presta una caucion y fianza moral que á los ojos de la sociedad debe representar un valor inestimable: él mismo señala el punto adonde han de converger los rayos de la vigilancia pública y privada, y como que voluntariamente se constituye detenido en el lugar que le sirve de mansion, dando con ello una prueba de la seguridad que tiene en la completa rectitud de su pasada y ulterior conducta. No así el que se coloca en un estado de trasmigracion per-