Nada. 200 en enemas. Nada. La temperatura era normal; el aliento tibio como el de Siam, la mirada igual á la de siempre, las conjuntivas y otras mucosas, normales—las expresiones de inteligencia, al acariciarla, como siempre. Ahuyentaba las moscas con la cola y con la trompa, como todos los dias,—y pensando entónces en la fisonomía de jaqueca, se me ocurrió darle 5 gramos de Antipirina, en obleas que envolví en un pelotón de miga de pan. Nada. Más tarde se le administró, en miga, unos 500 gramos de Aceite de castor. Nada y nada.
La mixion era abundante, y su cantidad normal.
Poco antes de entrarse el sol, se sacó al macho del galpón, atándole las cadenas en fuertes estacones, y al aire libre, y estuvo muy inquieto y curioso, siendo necesario prohibir la aproximacion del público, lo que dió motivo á quejas, rezongos y discusiones. Esto era un fastidio; pero no hubo ninguna desgracia efectuada por Siam.
A la noche, á la hora de costumbre, se les dió la ración de alfalfa seca, que Neán no desdeñó.
Esa noche me quedé á dormir en el Jardin, y pude observar, en tres ó cuatro ocasiones, que todo estaba lo mismo que ántes.
En la tarde del 29 ordené se le diera un litro de caña, que tomó