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En otro tiempo, la tradicion colocó entre esas rocas y sobre todo en una de las grandes fisuras que en ellas se notan, á un gran lagarto (Teyú) que era el terror de los navegantes que tenían que cruzar por ese punto.

El feroz teyú vivió mucho tiempo, ocasionando un gran número de desgracias, hasta que al fin un día abandonó su cueva, y atravesando á nado el Alto Paraná, fué á formar, en la costa paraguaya, el arroyito que allí existe.

Esta leyenda india no deja de ser interesante, y es muy parecida á la que tienen los paisanos en la Provincia de Entre-Ríos, de que los primeros que formaron los arroyos fueron los dueños de los huesos fósiles (cuaternarios) que se descubren en sus costas lavadas por las aguas, sobre todo de Glyptodontes por su semejanza con los Peludos actuales (Dasypus), grandes cavadores á que los comparan, á causa de las corazas (carumbé) que frecuentemente se descubren allí.

¿No habrá entre estas dos leyendas el mismo orígen?

Mi distinguido amigo el Dr. Moisés Bertoni, en la 5ª de sus interesantes cartas sobre el Alto Paraná, también dá, á su vez, otra interpretacion muy parecida á esta leyenda, que transcribo:

«Pero allí es tambien, según la tradicion y la creencia arraigada entre los guaranís, que vive el terrible dragon gigantesco, lagarto con alas, con garras y con hálito de fuego. Así lo dice también el nombre: Teyú, lagarto, y Cuaré, gran cueva.

«Grandes fueron las desgracias que este mónstruo ha causado y numerosas sus víctimas: existen en el país ancianos que saben contar con todos los detalles los horrores de esos naufragios.

«Sin embargo, bastaba un sacrificio, una oferta cualquiera, un pedazo de carne, ó un objeto echado al agua, para calmar esa fiera y pasar seguros».

Con mucha propiedad atribuye el Dr. Bertoni el orígen de la leyenda á una piedra aislada, situada casi en medio del rio, frente al paredon, que vió en una gran bajante, en Octubre de 1886. Y agrega que, como muy raras son tales bajantes, no es extraño que muchos, ignorando su existencia, el día menos pensado puedan dar con ella, lo que causaría necesariamente una catástrofe tan rápida como completa, sin que quede ningún testigo para explicar la súbita desaparición de las víctimas, y ese es el dragon tan funesto.

En apoyo de esto, dice y con razon tambien, que en otros puntos del Alto Paraná, en donde la supersticion ha colocado mónstruos análogos, ha observado que en todas esas localidades existe algun obstáculo peligroso para la navegacion, el que ha podido producir desgracias y naufragios, los que han sugerido á la imaginacion esas leyendas.