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República del Paraguay y las Provincias de Rio Grande del Sur y Paraná, del Brasil.

Las leyendas y supersticiones se conservan como el idioma, transformándose, si se quiere, pero sin destruirse del todo, á través de los siglos, sobreviviendo á todos los elementos de destruccion que ponen en juego el tiempo y la lucha por la vida, y por ésto es que todas ellas son dignas de recogerse y estudiarse, porque, reunidas un día, y depuradas de los agregados modernos, arrojarán seguramente alguna luz sobre ciertos problemas, aún obscuros, ya sea sobre las razas primitivas, ya sobre muchos acontecimientos importantes que han tenido lugar.

El origen de ellas ha de ser algo positivo y perfectamente natural, pero que la fantasía ignorante de los indios y áun la de los que no lo son, ha rodeado de sobrenatural, en dósis variable, modo sencillo y rápido, y más en su manera de ser, para darse cuenta de los hechos que no han podido explicarse racionalmente.

Por otra parte, toda la region montuosa, y en las condiciones de las Misiones, con bosques impenetrables que imponen con su majestad; cerros mas ó menos elevados que repercuten, aumentándo, los ecos de cualquier sonido; saltos y cataratas que rugen en la espesura cantando un himno grandioso á la Naturaleza; indios y tigres que asecharon traidoramente á sus víctimas, ignorantes en su mayor parte, predispusieron á sus habitantes á la leyenda y supersticion.

Estas aumentaron luego con el contacto de los jesuitas, que, necesitando dominarlos moralmente, como única arma posible, aprovecharon, modificando, las existentes, y crearon otras en pro de los intereses comunes, convencidos quizá de que era tarea imposible el extirpar creencias que traían consigo la autoridad abrumadora de muchos siglos de herencia, en cerebros tan predispuestos para todo lo que entra en los dominios de lo sobrenatural y lo fantástico.

Aún hoy los habitantes de Misiones, y, sobre todo, de las Altas, son gente supersticiosa; puede decirse casi que no tienen religion definida, creen y no creen; sus prácticas religiosas son muy pocas, tergiversándolas siempre y haciendo de ellas más bien pretexto para divertirse, convencidos de que hacen bien, aprovechando de cualquier circumstancia para aumentar su bagaje de supersticion; y como la casualidad parece que viene siempre en su apoyo, resulta que cada vez se aferran más á ella.

El material recogido puede dividirse en distintos grupos, cuya clasificacion, tal como la entiendo, publicaré más tarde. Por ahora empezaré con los