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do bicho cuadrúpedo, cuando nó por la planta del hombre protegida ya por gruesa epidermis, ya por las palmípedas usutas que usaron y aún usan á manera de sandalia los pueblos de orígen incásico; pero como V. ha visto algo parecido ó idéntico en sus viajes por la República, creo ocioso gastar tinta y papel en decirle lo que tan sobradamente tiene sabido por informes, fotografías, dibujos y aún de visu.

Una vez llegado al pié de aquella escala de Jacob, y lo digo por lo empinada, que no por los peñascales que no tuvo la del santo varon, se me ofreció el paisaje bajo un nuevo aspecto: el ancho valle surcado por el cauce del Río Grande sembrado de islotes de pedregullo y de piedras, enormes algunas, y corriendo con furia entre los obstáculos acumulados por el mismo, se halla limitado á la derecha por altos cerros cubiertos de espesas selvas, entre las cuales se descubren angostas y profundas quebrajas, mientras, á la izquierda, las colinas forman una série de escalones muy verdes, pero desprovistos de arboledas, como si un huracan las hubiera hecho desaparecer.

Pasé por el árbol de la despedida, que no es sino un gran Ceibo de forma perfecta, á cuyo pié, según me dijeron, acostumbraban despedir los amigos á los arrieros antes de emprender su largo viaje por la histórica quebrada. Crucé el Reyes, torrentoso como todos los arroyos de montaña, cuyas aguas cristalinas van á unirse á poca distancia del camino con las menos claras del Rio Grande, y no tardé mucho en llegar al Yala, el cual merece descripcion aparte.

Este pequeño rio, de aguas clarísimas de color verde mar, se precipita velocísimo por un cauce sembrado de grandes piedras rodadas, rojas, negras ó blanquecinas, encerrado entre una angosta quebrada cuyos flancos muy empinados y densamente arbolados se elevan á respetable altura. Poco antes de su desembocadura se construyó un puente, cuyos débiles estribos de tierra y piedras rodadas se ven semi-derrumbados á una y otra banda del Yala, á cuyo furor no pudieron resistir.

Es bellísimo este punto donde las aguas cristalinas, rompiendo impetuosa y ruidosamente contra las piedras, las rocas multicolores, los cerros altos revestidos de arboleda