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Página:Revista del Jardín Zoológico de Buenos Ayres (Tomo I. Entrega XII, pp. 353-384).pdf/16

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por exceso de trabajo; y aquellos que tratan mal ó con dureza á un caballo no deben esperar que éste les comunique sus deseos.

La cara del caballo refleja con extremada claridad las sensaciones y emociones que experimenta; no sabe disimular bajo la máscara de la indiferencia ó de la hipocresía como el hombre.

El burro, al que comunmente se toma como tipo de pobreza de espíritu, no está menos dotado que el caballo. Cerca de Trieste ví una mujer montada en un burro; llevaba diferentes bolsas; una de éstas se abrió, y el contenido, porotos, se desparramó por el camino. La mujer prorrumpió en imprecaciones y lamentos, mientras juntaba los porotos, y el burro con las cuatro patas extendidas muy á sus anchas la miraba con regocijo maligno.

En una excursion á pié por la costa de Dalmacia, me encontré con un hombre montado en un burro, y que llevaba otro sin carga. Seguíamos el mismo camino y el ginete llamó al burro que iba por delante y le dijo: «mira, ese señor vá á pié, y tú no tienes carga, ofrécele tus servicios». Y el burro vino á mi lado, como si hubiera querido invitarme á que lo montase.


APUNTES
PARA UN
FOLK-LORE ARGENTINO
(GAUCHO)
Por Juan B. Ambrosetti.

Despues de publicado el primer trabajo Folk-lórico en esta Revista, he creído deber continuar la obra empezada.

Estos apuntes pertenecen á la region del gaucho, tal cual lo entienden los que han leído las obras de Hidalgo, Asca-