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Página:Revista del Jardín Zoológico de Buenos Ayres (Tomo I. Entrega XII, pp. 353-384).pdf/30

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de las madres que sus dueños extraen; así es que, cuando diagnostican esta enfermedad, que bien puede ser cualquier otra, la curan introduciéndoles en el ano un pedazo de vela de sebo á modo de candelilla.


Mataduras—¿Quién no conoce las mataduras, á veces horribles, que muestran los pobres mancarrones que se hallan en manos inhumanas y cuyos dueños poco cuidado tienen de vigilar por su conservacion?

Muchos remedios se emplean para hacerlas desaparecer; pero los mas usuales son: aplicaciones de grasa de puchero mezclada con tizne de olla.

En Verano, rociarlas con agua de jabon, y, en Invierno, con grasa de potro, pero, sobre todo, las curan con orines humanos descompuestos.


Conservacion de la cola—Hay algunos paisanos muy curiosos y que gustan de que sus caballos luzcan una cola larga y tupida, á la inversa de la moda de las ciudades que dejan á los pobres animales rabones, privándoles de ese espanta-moscas que la Naturaleza tan generosamente ha sabido proporcionar á un animal de cuero tan fino y sensible.

Para lograr su objeto, la bañan frecuentemente con grasa de potro.


Animal cansado—Para aprovechar la carne de un animal vacuno, cansado, de esos tan difíciles de agarrar, emplean el siguiente procedimiento altamente salvaje y bárbaro: cuando se halla volteada la res, antes ó despues de degollarla, le cortan la punta de la lengua, el tronco de la cola, y le rajan las cuatro pezuñas, con el cuchillo, para que se desangre por allí: así, según ellos, la carne queda buena para ser comida y no hace daño.


III—SUPERSTICIONES VARIAS.

El gaucho, como todo campesino, es en general supersticioso; tanto más, cuanto más lejos se halla de los centros poblados y vida aislada lleva.