Establecidos estos antecedentes, solo me falta insistir en mi incapacidad para dar un nuevo proyecto. Respecto de las indicaciones de detalle ó de instalacion, eso es un deber de mi cargo.
Ahora otra. Los osos.
No sé si el señor Intendente habrá oido una insinuacion que se me ha hecho varias veces. «La antigua casa de fieras del Jardin viejo, es mejor que las jaulas de madera.» Es un error, y grave. Esa casa está construida con muy mala mezcla, y la primera condicion de una casa de fieras, es la solidez. Si las mezclas no son malas, están malas, porque se desmenuzan en cuanto se tocan, de tal modo que, para instalar los Osos, cuyas uñas poderosas trabajan hasta el cemento casi puro, tuve que hacer revocar con este el piso y las paredes. Los felinos no las han estropeado nunca porque su uña es de otra clase, y, si arañan sus jaulas actuales de madera, no es por escaparse, sino para gastárselas, pues, de lo contrario, les crecen siguiendo la propia curva, y concluyen por encajárseles en las palmas ó plantas. Igual cosa sucede con el pico de los Loros y este es el motivo por el cual estos animales están continuamente trabajando la madera. En libertad, las piedras de los cocos y otros frutos duros que ellos abren con el pico les facilitan ese desgaste, y como en cautividad se les dá pan ó maíz etc, cosas blandas, necesitan la madera con el fin indicado. He visto muchas veces, durante mis viajes por el Norte y áun por las Islas del Delta á troncos arañados y siempre se me ha dicho que lo hacía el Tigre (el jaguar.) Los Loros no necesitan cortar palos cuando tienen cocos, pero en cautividad rompen cuanta madera encuentran. He visto una puerta antígua de Algarrobo ó de Quebracho trabajada por un Guacamayo como si lo hubiera sido por las Ratas. Ese es el motivo por el cual tienen araños y desgastes las jaulas de madera. Naturalmente, cuando el trabajo avanza mucho, esas tablas se reponen.
Pero los Osos, donde están, ofrecen un peligro contínuo, y tal vez (á mi juicio sin la menor duda) sería más urgente edificar ante todo la casa que se les destina en la 2ª seccion del Jardin. Hace mucho tiempo que lo he comunicado (y varias veces) á la Intendencia: ó hay que matarlos, ó hay que edificarles la casa. Yo voy al Jardin viejo porque es mi obligacion; pero no permito que vayan mis hijos, lo que es mi derecho.
Creo que esta afirmacion podrá tener más valor para el Señor Intendente que cualesquiera otros argumentos, que excuso por lo tanto.
Respecto de las otras construcciones del Jardin, me parece inne-