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voy porque eres tú el que me llamas. Te engañas en ese caso. Has de saber que tu llamamiento no tendría ningún efecto sobre mí. No es a tu llamamiento al que sigo; tu voz es demasiado débil para eso. ¡La voz del pueblo es la que me ha despertado! Y si es un sueño, como afirmas, no eres tú quien me hace soñar, sino el pueblo...

Sacha hablaba cada vez con mayor pasión.

—Yo no me arrodillaré ante el pueblo, como tú, pero sí le daré todo lo que poseo: mi pureza. Te declaro con orgullo, Basilio, que soy puro. La otra vez te dije algunas vaciedades al hablar de mis supuestos pecados. Si los pecados existen no soy yo quien los ha cometido; voy allá precisamente a expiar los pecados ajenos. No sé lo que sucederá; pero amo a aquellos hacia quienes voy, y... creo en la verdad. Aunque sólo consiguiera morir de una muerte honrada, eso bastaría para mi ventura.

Porque es imposible que una muerte honrada sea estéril. ¡No! ¡Es imposible! ¡Te lo juro, Basilio, con toda la verdad que existe sobre la tierra! ¡Oh Basilio, Basilio!...

La voz de Sacha se hizo súbitamente dulce, casi tierna.

—Hace un momento contemplaba el rostro puro de mi madre, y mi conciencia estaba tranquila.

El que puede mirar el rostro de su madre con la conciencia tranquila, no cometerá un crimen, aunque todo el mundo, aunque el mismo Dios lo considere criminal...