Página:Sachka Yegulev.djvu/198

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
194
 

un presentimiento doloroso. Mucho tiempo después miraba aún al marinero con la misma emoción de angustia como si esperara algo malo de él.

Vaska Soloviev causaba también no poca inquietud a Sacha. Había introducido en la banda cuatro prosélitos: dos jóvenes campesinos de su aldea que en los primeros tiempos abusaban del alcohol; un antiguo fraile llamado Policarpo, grueso en extremo, que pesaba más de 125 kilos, a quien gustaba mucho comer y que a pesar de haber sido fraile sabía tirar muy bien con la tercerola; el cuarto era un tipo siniestro, un tal Mitrofan Petrovich, charlatán incomprensible, lleno, como un saco de patatas, de quejas, de ofensas y de orgullo; después de hablar con él cinco minutos, se sentían deseos irresistibles de escupirle a la cara o de darle un puntapié. A pesar de todo, tenía una buena cualidad indiscutible: acaso por su amor propio desmedido era en extremo valiente, no retrocedía ante ningún peligro y estaba siempre pronto a pelear con el diablo en persona. Nadie le quería; pero todo el mundo reconocía su bravura. Le pusieron por sobrenombre «Fiebre tifoidea».

Desde los primeros días, aquella gente, admitida de mala gana en la banda por Yegulev, se mantuvo aparte, agrupada alrededor de Vaska Soloviev. El mismo Soloviev, aunque siempre respetuoso, obediente e irreprochable, inspiraba, sin embargo, cierta desconfianza: unas veces se mostraba sencillo e ingenuo, bueno y dulce como un niño; otras veces su alma se envolvía en tinieblas impenetrables y