pasión juvenil de aquella mujer, cuya vida tocaba ya a su término. Y se decían que en el pasado no debió de haber sido ni feliz ni libre en sus deseos.
Pero nadie, ni siquiera los niños, sabía que mucho tiempo antes de nacer ellos, durante la primera época de su matrimonio, había vivido un drama terrible y poco vulgar. Sacha no era su primer hijo.
Nadis sospechaba que Helena Petrovna no amaba aquella ciudad por los recuerdos felices, sino por los sufrimientos que había pasado en ella.
Fué siete años antes del nacimiento de Sacha. El general solía emborracharse hasta perder la memoria, y realizaba actos casi criminales. Una vez empujó a Helena Petrovna con tanta fuerza que la pobre mujer dió a luz antes de tiempo un niño muerto, al que ella había puesto mucho antes el nombre de Alejo. Y aunque su marido juró que no la había empujado intencionadamente, la esposa ultrajada declaró que se negaba a toda relación conyugal y no quería tener hijos hasta que renunciara a la bebida. Durante un año entero el general no se atrevió a tocar a su mujer; luego la abendonó y estuvo tres años emborrachándose y viviendo una vida desordenada; volvió otra vez a unirse con Helena Petrovna, se separó de nuevo de ella, y al fin, pálido y flaco, le juró que aceptaba sus condiciones y mantendría su promesa.
Entonces fué por segunda vez mujer de su marido. Dió a luz a Sacha, y año y medio más tarde a Lina. Y nadie supo nada, ni siquiera que el general bebía. El general fué fiel a su palabra; pero,
