Página:Sachka Yegulev.djvu/280

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
276
 

vodka. Los mujiks de ambas partidas conjuraban a los dos atamanes, que se mantenían apartados, con sus tercerolas en las manos, a que se reconciliaran. Los empujaban el uno hacia el otro, intentando poner en las manos de cada uno de ellos una botella de vodka descorchada. Soloviev, que estaba ya borracho, se echó de pronto a llorar, y entregando su tercerola a Mitrofan, dijo con voz lacrimosa:

—Yo, por mi parte, acepto, santo Dios! ¡No comprendo yo las cosas? ¡Yo siempre he sentido admiración hacia Alejandro Ivanovich!

Se limpiaba ya los labios para dar un beso a Sacha, cuando Kolesnikov, lleno de ira, se acercó y le asestó un puñetazo tan formidable que lo derribó por el suelo. Entonces Soloviev, olvidándose de dónde estaba y do lo que pasaba a su alrededor, se imaginó que le perseguían los cosacos y, lanzando gritos de terror, escapó entre la multitud, andando a cuatro patas. Los campesinos, muy divertidos con aquella escena, reían a carcajadas y le daban de puntapiés.

—¡Cálmate, Sacha!—dijo Kolesnikov, temblando aún de cólera y apretando su tercerola con mano nerviosa. Le he dado un buen golpe; eso basta.

—Está desarmado, si no...

—Sí; pero cálmate; ya le han escondido...

Eremey observaba una conducta extraña: acompañaba a la partida en todas sus expediciones armadas; pero no tomaba parte activa en ellas. Lo único que hacía era prender fuego a las propiedades y a las tabernas del Estado. Era su especiali-