Página:Sachka Yegulev.djvu/302

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
298
 

co tú eres un santo; acuérdate de la viuda del soldado.

Andrés Ivanovich enrojeció hasta derramar lágrimas; cediendo a las flaquezas humanas, había entrado en relaciones amorosas con la viuda de un soldado; había sido sorprendido con ella, y desde aquel día todos le abrumaban con bromas de doble sentido, sin saber cuánta más amargura que dicha había en aquel episodio novelesco. El pobre marinero sentía una vergüenza y una tristeza infinitas.

Una vez, el mismo Yegulev le llamó y, con expresiones vagas y confusas, le rogó que pusiera término a sus visitas a la viuda del soldado.

—Bien, Alejandro Ivanovich. No volveré a ir.

Basta que usted lo mande.

—¡Pero vamos a ver, Andrés Ivanovich! Yo no le ordeno nada, se lo ruego únicamente. Acuérdese de Basilio Vasilievich...

Aquel recuerdo sonó como una campanada lejana. El marinero bajó la cabeza. Le dolía la pierna y tomió que Yegulev notara el olor que desprendía. En aquel momento hubiera querido no existir.

Era muy desgraciado en aquellos últimos tiempos. Las noches negras de otoño, las bromas de mal género de los «Hermanos del bosque», la hostilidad de los campesinos, todo esto excitó en su ánimo una honda melancolía. Hasta empezó a imaginarse que su albergue estaba cercado por los lobos en acecho. Cierto es que er. los alrededores se oían ya tímidos aullidos de lobos preparándose para