¡Qué desgracia que no tengamos talento! Pero en cuanto a usted, estoy seguro de que se engaña.
Es imposible que no tenga usted ningún talento.
Quizá no se haya manifestado todavía. Eso les ocurre muchas veces a los jóvenes. Hay talentos muy variados... Aun cuando no se sepa manejar el lápiz o la pluma se puede tener talento...
—Yo no tengo ninguno. Tampoco sé hablar.
—No puede usted figurarse hasta qué punto me sorprende eso. Pero espere; su talento no tardará en manifestarse.
L Kolesnikov se levantó de pronto y se puso a pasear por la habitación con paso agitado. La habitación era pequeña y largas sus piernas; no podía dar más que cuatro pasos en la misma dirección. Pero esto no le molestaba; se veía que estaba acostumbrado a las habitaciones pequeñas.
—¡Dios mío!—decía con su voz de bajo profundo, impresionando fuertemente a Sacha por su figura deforme y una expresión de dolor que visiblemente provenía ya de mucho tiempo atrás—. ¡Dios mío!
¡Es posible que no tenga usted talento? Nunca lo hubiera creído. Que usted no sepa dibujar o hacer discursos, no prueba nada. Esas son tonterías, mi querido señor, permítame que se lo diga. ¡Usted tiene talento en el más pequeño rasgo de su rostro, y dice usted que no lo tiene! «¡No, es mi hermana!
¡No, es mamá! ¡Tonterías, señor!
Sacha experimentó un vago malestar. Kolesnikov se calló de pronto, anduvo dos pasos, se sentó y dijo con voz tranquila: