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Página:Sachka Yegulev.djvu/61

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ba; perdió los chanclos por dos veces, se mojó los pies y sus viejos pantalones grises estaban llenos de agua y barro hasta las rodillas.

—¡Buenas botas tiene usted!—dijo a Sacha—.

Tendré que comprarme unas así.

El campo les encantó con su calma y su ancho espacio. El horizonte estaba pintado de tiernos colores primaverales. A lo lejos se dibujaban los contornos azules del bosque. No hacía viento y la mañana prometía una tarde clara y una noche serena con estrellas y un poco de frío.

Todo alrededor tenía un aspecto de fiesta. El tiro de los revólveres parecía una diversión y un placer inocentes.

Sacha encontró un tablón de madera y, pegando en él un pedazo de papel, preparó un blanco. Primeramente tiraron a la distancia de veinticinco pasos. De tres balas de Kolesnikov, dos atravesaron el blanco, y dijo muy contento:

—No es tan fácil como parece.

Y se puso a mirar cómo tiraba Sacha. Notó que éste palidecía un poco y pasaba el revólver de la mano izquierda a la mano derecha. «El joven está turbado—pensó—. Se diría que se dispone a tirar sobre Telepnev. Pero su actitud es correcta».

Sacha atravesó el papel tres veces, precisamente en el centro. Kolesnikov lanzó un grito de triunfo.

Sacha, pálido, pero visiblemente muy contento, se pasó el revólver a la mano izquierda, y dijo:

—Sí, tiro bien. Probemos ahora a cuarenta paS09.