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SESION DE 3 DE AGOSTO DE 1820

a los que se hallaran envueltos en tinieblas i en las sombras de la muerte, para dirijirnos al camino de la verdadera paz, como dice Zacarías, in viam pacis.

Esta verdad se manifestó luego que Jesucristo nació en el mundo, pues apénas nació en Belen, cuando apareció en el oriente una estrella de estraordinaria hermosura, i como estaba dicho por el profeta, que era signo de un gran rei, dijeron los magos: "Vamos a buscarle i adorarle." Salieron estos sabios reyes en seguimiento de la estrella, a costa de penosas jornadas; pero lo mismo fué llegar a los muros de Jerusalen, que perdérseles la estrella. Entraron, pues, preguntando dónde estaba el Mesías i Rei de Israel, cuya estrella habian visto en el oriente. Alborotóse Heródes i su corte; llama a los sabios de la lei i a los sacerdotes; abren éstos el libro de la lei i hallaron que en Belen, ciudad de David, estaba dicho por el profeta que había de nacer el Rei de Israel i Mesías prometido. Entonces llamó Heródes ocultamente a los magos i les dijo: "En Belen está dicho que ha de nacer el Rei de Israel: id a buscarle i si le hallais, venid a avisarme para ir yo también a adorarle."

Salieron los magos siguiendo sus jornadas, i de que salieron de los muros de Jerusalen se les apareció la estrella hasta que los puso en Belen. Aquí advierten los santos padres, por qué de que llegaron a Jerusalen se les perdió la estrella; i resuelven que porque allí habian sacerdotes, i donde los hai no es necesario luz sobrenatural del cielo. Habitantes de Chile, teneis en vuestro suelo, principalmente en esa capital, un clero sabio, honesto i ejemplar, con quien consultar en tus dudas, i asimismo teneis en las comunidades unos varones apostólicos, de letras i virtudes, i de un celo de la honra de Dios i bien de las almas, que éstos te sabrán dirijir para que alcancéis vuestra felicidad eterna.

No hai cosa que te puedan decir los libertinos contra la lei santa, que no la podáis rebatir con el Evanjelio; porque si te dicen los ateístas que no hai Dios, ni gloria, ni infierno, que el hombre nace para gozar de las delicias del mundo i que muriendo se acaba, a lo que se responde; yo sí que sé que lo hai, porque los apóstoles me en señaron que hai un Dios, que crió el cielo i la tierra, i todo lo que en él se contiene para el bien del hombre; que hai gloria para los buenos porque guardaron su santa lei, e infierno para los malos porque no la guardaron. Los apóstoles te enseñaron una doctrina falsa, te dirán, por que no hai otra vida despues de ésta; se responde: no puede ser falsa una doctrina que es con firmada con tantos prodijios i milagros, porque los apóstoles, en el nombre de Jesucristo, espelian los demonios de los energúmenos, resucitaban los muertos, sanaban todas las enfermedades, hablaban todas las lenguas, i si les daban veneno no les hacia mal. También sé que hai otra vida, porque la Escritura me enseña, que Dios crió al hombre para que le amase en esta vida, i despues le gozase eternamente en el cielo.

También hai en el Evanjelio una regla infalible para conocer la verdadera relijion o la falsa. Esto lo enseñó Jesucristo cuando conversó con los hombres; preguntáronle los discípulos a su divino Maestro: "Señor, ¿en qué conoceremos la virtud verdadera o la falsa?" I Su Majestad les respondió: "Por el fruto se conoce el árbol, porque no puede el árbol bueno dar malos frutos, ni el malo dar buenos frutos." De estas palabras del Evanjelio, debeis de inferir que todo aquel que pretenda apartarse de lo que enseñaron los apóstoles, como es el credo, artículos, doctrina, mandamientos i sacramentos, es doctrina falsa i contraria al Evanjelio que dice: "El que creyere i fuese bautizado, éste se salvará, i el que no creyere, se condenará: qui crediderit etc.; i como esta lei fué enseñada por los apóstoles i confirmada con prodijios i milagros, se sigue que no puede haber lei mas pura ni mas santa, i por consiguiente, que con mas facilidad nos conduzca a nuestro último fin; i digo con mas facilidad, porque, aunque los mandamientos son diez, se reducen a solo dos puntos, que son: amar a Dios que nos crió, i que no le deseemos mal ni le hagamos mal alguno al prójimo, sino que lo amemos como a nosotros mismos.Esto es lo que nos enseña la lei santa i el Evanjelio de Jesucristo.

El autor del Evanjelio en triunfo nos pone un poema para que conozcamos mas bien esta verdad, i dice: "Yo ¿para qué nací? Para salvarme. Que tengo de morir es infalible; dejar de ver a Dios i condenarme, triste cosa es; pero posible: ¡posible i quiero holgarme! Posible i tengo amor a lo visible! ¡Oh mi Dios, en qué pienso; loco debo de ser, pues no soi un santo!" Esto decia este varón penitente, pues sabia que el hombre no ha nacido para holgarse, ni para vivir con pompa i alegría, sino para salvarse, para amar a Dios i obedecerle, i despues gozarle en el cielo con una gloria semejante a la suya e igual a su eternidad.

I en el poema ¿no nos manifiesta este varon penitente, que solo la relijion cristiana es la verdadera i en la que el hombre solo se puede salvar? i así dice que no hai título mas grande ni mas sublime, que el nombre de cristiano; i ¿por qué? porque eleva al hombre a ser hijo de Dios i heredero de su gloria; porque a la verdad, cristiano quiere decir un fiel discípulo de Jesucristo que, iluminado con la fe divina, conoce las verdades celestiales i, gobernándose por el Evanjelio, se hace participante de los méritos de su pasion santísima, i asimismo conoce por la fe que se quedó sacramentado, i que le dió valor a los demas sacramentos para que con mayor facilidad se pueda salvar.

Que la relijion cristiana sea verdadera, se prueba con evidencia, porque ésta es una en todas las partes del mundo donde se profesa; porque