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SENADO CONSERVADOR

sentimiento la honorable nota de V. E., de 14 del presente, i en los conflictos que ella le ha producido, cree debe presentar a V. E., ántes de resolver definitivamente sobre un incidente de tanta gravedad, un sencillo bosquejo de los resultados que va a producir la resolución de dimitir el mando supremo.

Cuando V. E. tomó las riendas del Gobierno, se presentó al Estado como el iris de paz que anunciaba la tranquilidad de la Patria i el término de las diferencias que principiaron a asomar entre las diversas provincias que lo componen. Entonces fué cuando la Representación Nacional, reunida por V. E. mismo, creyó haber sofocado para siempre el jérmen de la disolucion política del Estado, i cuando los amantes de la libertad se congratularon viendo marchar a la Patria hácia la cumbre de su prosperidad por la senda que la encaminaba, la gloria. Entonces fué cuando V. E., colocado al frente de sus augustos destinos, recibió de manos de la misma Representacion la Carta Constitucional en que se consignaron los sagrados derechos de los hombres i cuando V. E., con doble juramento, protestó ante la Nacion toda su adhesión a esta misma Constitucion, que hoi juzga V. E. imposible de cimentar. El Estado, con el noble ejemplo del Jefe que se habia elejido, prestó gustoso el solemne voto de su obediencia a ese Código que, mas que ningún otro, ha sufrido no solo el exámen de la discusión pública de los representantes de la Nación i de comisiones caracterizadas, sino que también se espuso al juicio individual de todos los ciudadanos.

Por estos principios, V. E. debe ser el protector mas decidido de nuestra Constitucion Politica i por ellos mismos se constituyó V. E. en el glorioso empeño de plantificarla, no solo con los esfuerzos de la autoridad depositada en sus manos sino que con el influjo privado del carácter que le imprime la calidad del ciudadano. La Patria, al aceptar los juramentos de V. E., fundó en ellos las esperanzas mas lisonjeras no solo de la estabilidad del órden sino también de la de sus instituciones constitucionales ¿qué respondería V. E. a los pueblos si le demandasen el cumplimiento de tan augustas promesas? ¿qué, cuando le reconviniesen al ver engañados sus votos i olvidada la confianza con que pusieron bajo los auspicios de V. E. su Carta Constitucional? Consulte V. E. su conciencia i no encontrará un solo motivo que pueda satisfacer la justicia de estas reconvenciones.

Los pueblos todos han ansiado por una Constitucion que los pusiere al abrigo del despotismo i de los furores de la anarquía, i que, bajo la éjida sagrada de sus disposiciones, los conservase en el goce pacífico de sus derechos. V. E., mejor que ningún otro, es testigo de que éste ha sido el suspirado objeto a que ellos han dirijido sus votos i el laudable fin que se propusieron en los movimientos del año 23. La voz del Congreso resonó desde un estremo del Estado hasta el otro i fué entonces cuando una perfecta consonancia selló los sentimientos de los pueblos que se hallaban desunidos. Se reunió aquél i por fruto de sus largas contracciones presentó a la Nación el Código constitucional que nos rije. Si él tiene algunas imperfecciones, está sujeto también a las mejoras de la esperiencia i de la verdad; si contiene disposiciones perjudiciales al I bien público, ha consignado también en manos de V. E. i del Senado las facultades convenientes para remediarlas conforme al órden constitucional; si bajo el sistema actual la administracion se hace a V. E. insoportable, en sus manos está la augusta facultad de iniciar los arbitrios que puedan alijerarla, sin que se dé a los pueblos el desengaño mas terrible que pueden esperar en su situación actual i, finalmente, está en los intereses del Estado i en los de V. E. mismo detallar menudamente al Senado los escollos que se le presentan para continuaren la Dirección Suprema de la Nación, ántes de ceder al desaliento que le inspira el conocimiento de la debilidad de sus esfuerzos.

V. E. tiene aquí, en breve resumen, detalladas las obligaciones que les impusieron sus propios votos, las esperanzas de la Nación i, sobre todo, el conjunto de facultades con que le revistió para que pudiese obrar su prosperidad; pero, apartando nuestra vista del punto designado, volvámosla a considerar el cuadro que ha delineado en el ánimo del Senado este inesperado incidente i tenga V. E. la dignación de considerarlo detenidamente, para dar el fallo contra la causa de la Patria.

El Senado cree de su deber esponer con la sencillez i franqueza de la verdad, que la renuncia de V. E. va a ser en el Estado la señal de anarquía i de la disolución social. Los pueblos, que hoi se hallan unidos por los sagrados vínculos de la mas dulce fraternidad, faltándoles su centro de unidad moral que constituye el equilibrio de sus pretensiones, pronto se entregarán a los delirios de una perfección ideal que arrastrándolos de abismo en abismo les haga sentir todo el peso de su desgraciada situación. El órden público, sin el apoyo que le presenta la fuerza moral de V. E., pronto será derrocado i, asilándose solo en el corazon de los amantes de la Patria, se abrirá un camino franco para que se entronice la aspiración a que serán consiguientes los crímenes de la anarquía i las proscripciones de la mas desenfrenada arbitrariedad. Las leyes, sin fuerza ni vigor, no serán bastantes para contener todo el torrente de males que inunde la Patria i mucho ménos para garantir al ciudadano la posesion de sus derechos contra los atentados del poder, i finalmente, sin lei fundamental, sin código, sin autoridades i entre las agonías de un Erario exhausto, correrán los ciudadanos a sumerjirse en el horroroso estado de la naturaleza.

Por otra parte, careciendo nuestro Gobierno