Núm. 358[1]
Excmo. Señor:
▼Tengo el honor de acompañar a V.E. el adjunto parte; por él inferirá V.E. el estado peligroso en que se halla esta provincia; sin embargo, ella redobla sus esfuerzos, i ántes se reducirá a escombros que ceder a las injustas pretensiones del invasor. Los soldados no han perdido su vigor, i el pueblo todo entusiasmado formará una barrera contra el inicuo que le invade. Solo nos faltan armas para la caballería i numerario, i este Gobierno, contando con la proteccion de V.E., espera salir de este apuro. El auxilio es ejecutivo, venciendo los obstáculos de la cordillera; dígnese V.E. franqueármelo sin pérdida de momento; intereso a V.E. hasta el último grado en esta pretension; por ella va a decidir la suerte, el órden i tranquilidad de ámbos Estados. ▼Carrera ocupó el 16 del presente la ciudad de San Luis, i es preciso desalojarlo ántes que se refuerce en aquel país. —Dios guarde a V.E. muchos años. —Mendoza, Julio 23 de 1821. — Tomas Godoy Cruz. —Excmo. Señor ▼Director Supremo de la República de Chile.
Núm. 359[2]
▼Desde los críticos instantes en que me hallo, tengo la satisfaccion de noticiar a US. de que, habiéndonos avistado el enemigo el 8 del corriente por la mañana, a distancia de dos leguas de la villa del Rio 4.º al sud, a consecuencia de haber marchado a dicho punto por aviso que hubo de que allí se hallaba la noche anterior, la enerjía i denuedo de nuestras divisiones le hicieron conocer al momento la impotencia de sus bandidos, yendo a la carga luego que vimos nuestra vanguardia que, mandada por el valiente capitan don Ignacio Videla, los tiroteaba de una cuadra de distancia. Nuestro jeneral trató al instante de tomarle la retaguardia con el resto de la fuerza, cuyo movimiento le hizo retirar con violencia a diez o doce cuadras de distancia, en donde desplegó en batalla con tres líneas que sucesivamente se fueron batiendo, la primera con una guerrilla mandada por el capitan don Manuel Quiroga, de la división de San Juan; la segunda con nuestra ala izquierda; i la tercera con nuestra derecha. Luego que principió dicho ataque, nuestras alas se movieron con rapidez i le tomaron la retaguardia, dejándole encerrado en un círculo que por todas partes le acuchillaba con ardor, de donde solo salieron algunos pocos hombres que no se conocieron por la densa niebla que nos cubría, quedando dentro de él ciento cincuenta muertos por la menor parte, i entre ellos ocho oficiales. Siguieron entónces nuestras divisiones su vergonzosa fuga, acuchillándolos por la espalda hasta mas de media legua de distancia, i señalando nuestros golpes cuarenta o cincuenta muertos. Miéntras tanto, una corta partida enemiga, abrigada de la niebla, dió con nuestra caballada, abandonada entónces por contar ya con la victoria, i se la arrearon juntamente con cinco cargas de víveres i municiones. Se organizó a aquella distancia nuestra línea, para contener un nuevo ataque a que podria disponerse la dispersion enemiga reunida a alguna distancia, i se notó entónces la falta del jeneral, la del capitan Rodríguez, el ayudante de campo del jeneral don Gregorio Sosa, el teniente Espinosa i el abanderado Molina, con treinta i dos soldados entre cabos i sarjentos, sin contar con veintisiete heripos, entre ellos el invicto capitan don Pedro Advíncula Moyano, de la division de Mendoza, i el alférez Romero, de la de San Juan. Se procedió en el momento a una junta de guerra para nombrar nuevo jefe, i se acordó lo fuese el coronel don Buenaventura Quiroga, de la division de San Juan, que entónces era el de mayor graduacion, quien, habiendo sabido la pérdida de nuestra caballada, i hecho cargo del mal estado de la que montaba la tropa, despues de tres dias mandó retirarnos a Cuchicorral. En la marcha nos dió aviso el comandante Albarracin, de Córdoba, que en la villa nos tenia alguna caballada reunida, i al momento se contramarchó a aquel punto, con objeto de mudar de caballos, correr el campo i seguir al enemigo hasta donde se hubiese reunido. Llegamos a dicho punto, i el enemigo ya los habia tomado en su marcha. A pocos momentos lo vimos por nuestra retaguardia, i despues que pasamos el rio, le dimos nuevamente el frente para batirlo a pié firme. Este movimiento le hizo contener la marcha i desplegar nuevamente su línea, viéndonos a pié i sin municiones, lo que dió osadía para intimarnos rendicion, a que se contestó que nuestras armas no se rendían a bandidos; movió entónces su línea como a batirnos i nuestra firmeza lo contuvo. Nuestra situacion entónces nos obligaba a retirarnos a un punto mas ventajoso i en donde pudiésemos reunir algunos caballos. Para emprenderla, necesitábamos el abrigo de la noche, i se trató de entretenerlo con un emisario, que pretestaba una entrevista de nuestro jefe; la aceptó sin repugnancia, i habiendo ya oscurecido, emprendimos nuestra retirada repasando el rio i tomando la direccion de la Barranquita; a distancia de algunas cuadras mandó dicho Quiroga retirarnos en dispersion i reunirnos en San Luis. Esta disposicion fué imposible evitarla por la sorpresa con que se dió.
Finalmente, yo marcho a San Luis a verificar
- ↑ Este documento ha sido trascrito del volumen titulado Lejislaturas, 1820-23, pájina 155, del archivo del Ministerio de la Guerra. (Nota del Recopilador.)
- ↑ Este documento ha sido trascrito del volumen titulado Legislaturas, 1820 23, pájina 156, del archivo del Ministerio de la Guerra. (Nota del Recopilador.)