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SESION DE 26 DE MARZO DE 1822

i un cuarto por un millon, del mismo modo que los prusianos, a pesar de que nuestros intereses son mayores que los de aquéllos, i ésta será la conveniencia de que nuestra consolidacion lleva un vuelo mas rápido, i estinguiendo en ménos tiempo la deuda, iguala los resultados finales por hacer menor el número de años que dura el empréstito. Supóngase ahora que nuestros vales sirvan de valor en la consolidacion, i como no hai ninguna razon para creer que los prusianos suban ménos, sino mucho mas por todas las razones imajinables, hallaremos que en cualquier otro caso, la ventaja está en nuestro favor con respecto al empréstito de Prusia.

Parece que en Chile se creyó que, según mi plan, vendrían a pagarse cuatro por uno; pero este error solo pudo padecerse porque no se atendió a la esplicacion que hacia en mis oficios, i en los estados que acompañé a aquéllos. Es evidente que, con la suma de 20,000 libras que se remitiera anualmente por el término de 19 años, se habría realizado la estincion de la deuda, como se ve del cálculo que va al fin de esta carta, verificándose la amortizacion de los vales al precio contratado; i esta suma con la de los intereses de todo el valor del empréstito en el tiempo dicho, no podria pasar de la cantidad que se ve arriba; pero, aunque supongamos que los vales se consolidasen por el valor nominal, cosa imposible, tampoco habríamos pagado mas de tres por uno, como lo demuestra también la tabla de progresion que queda citada. Pero, si los vales de Prusia se están consolidando ahora a razon de 78 por ciento, es decir un seis por ciento mas altos del valor contratado, ¿cómo podemos nosotros esperar o temer que los nuestros se pongan a la par, i que llegue así nuestro crédito a valer un 44 por ciento mas que el prusiano? Por mi parte, yo celebraría mucho el verlo, porque esto no podria suceder sino cuando nuestro país fuese el mas rico i opulento de todos los conocidos. Pero ¿hai razón para creer que en 19 años haya llegado aquel caso? ¡Yo no lo creo! Pero, si lo creyera, seria de la misma opinion; pues, entonces para Chile el desembolso de cuatro millones seria mucho ménos que lo que ha sido para Francia el de 100 que pagó a los soberanos aliados; i no por eso, ni por tener sus rentas en el estado mas ventajoso que se ha conocido jamas, ha llegado su crédito a la par, i pierde todavía del valor nominal un 20 por ciento.

Para dar cierto aspecto de mas ventajoso al empréstito chileno para los prestamistas, i conseguir su realizacion, que era bastante difícil por las razones que al principio espuse, creí necesario ofrecer a los emprendedores que solo ellos tendrían facultad de hacer el comercio europeo en los puertos de Chile, durando esta prerrogativa todo el tiempo que durase el empréstito sin redimirse. Así cada accionista tenia derecho de llevar anualmente a nuestros puertos aquella cantidad de mercaderías que igualase al valor de sus acciones en el empréstito, debiendo pagar los derechos establecidos. Esto en verdad era ofrecer un petardo, i no una ventaja. Yo no trataba de otra cosa, que de hacer tragar el anzuelo a los que no supiesen lo que era el comercio de Chile i lo creyesen de mucha mas consideracion. ¿Cuál seria el uso que podían hacer de sus licencias los prestamistas, cuando por ellas se les concedía la gracia de llevarnos anualmente diez millones de pesos en valor principal de sus mercaderías, siendo así que solo se pueden consumir dos o tres cada año? ¿No es claro que estas licencias, para que fuesen de algún uso, para los prestamistas, debían llenar de mercaderías todas las plazas de Chile? ¿No es claro que no podia haber monopolio, cuando por necesidad habia de haber un sobrante anual cuatro o cinco veces mayor que el consumo? No sé cómo, pues, pudo creerse que, con este gracioso comercio esclusivo, pudiera salir perjudicado el pueblo consumidor de Chile. Tampoco sé cómo ninguna nación ni ningún individuo podrá quejarse de la preferencia que concediéramos a los prestamistas para que nos llevasen de lo que podíamos consumir, principalmente cuando cualquier chino, cualquier francés, cualquier americano, i cualquier hombre de cualquiera parte, podia comprar fondos en nuestro empréstito, i con ellos adquirir el derecho de llevarnos la abundancia a nuestra casa. Nosotros a nadie escluíamos ni preferíamos para recibirle su dinero en el empréstito, ni para cobrarle sus derechos por sus espediciones; i así, aunque aquél se abriese en Lóndres o en París, podían tener parte, i la tendrían sin duda si se verificase, todos los especuladores de todas las naciones. A lo ménos así ha sucedido con todos los empréstitos que se han hecho en Europa, desde el primero hasta el último. Pero todas estas reflexiones son ya mui escusadas, porque desgraciadamente el tal comercio esclusivo pareció lo que era en realidad a los especuladores, i así lo desecharon desde luego, i me pidieron les hiciese otras proposiciones que mereciesen la pena de considerarse. Solo me he detenido en esto, para que se vea cuál distinto concepto se habían formado los ingleses de la ventaja que yo quería proporcionarles, i de que ellos no supieron aprovecharse.

En virtud, pues, de no haber tenido buen suceso mi primer plan, i ántes de saber lo que se pensaria de él en Chile, me fué preciso trastornarlo todo, quitando aquel comercio esclusivo i aumentando el interes desde diez a quince por ciento. Sobre este plan aun no he tenido contestacion del Gobierno, i así no sé lo que habrá parecido; pero siempre será conveniente hacer sobre él las siguientes reflexiones: Verificándose la estincion de la deuda por este segundo plan, en 16 años, como se ve del cálculo que va al fin de esta carta; i suponiendo la consolidacion al precio contratado, resulta que aunque el interes de un 15 es la mitad mayor con relacion a un diez, con todo esto, la diferencia final solo será