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SESION DE 28 DE JULIO DE 1826

debe perderse un momento para ponerla en ejecución. Pero, al mismo tiempo, seria conveniente cerrar todos los trechos por donde pudiera introducirse la arbitrariedad, eludir la lei, porque, si ántes de darse remedios, se cierra la puerta a todo arbitrio, nos esponemos a que el Gobierno abuse de la lei, continuando en la exacción de prorratas. Este es el mayor mal de la lejislacion, porque todos los sistemas políticos en que se permite introducir la arbitrariedad, están espuestos a decaer, dice Donis. Es, pues, de necesidad que se haga la lei, i que, al mismo tiempo, se prevenga todo aquello que pueda inducir al Gobierno a quebrantarla.

Las leyes, por justas que sean, jamas corren prisa, porque una lei jamas será mala, por mui pensada, jamas por mui ventilada, jamas por mui clara; i dice un político, "que mas bien permitamos que se prolonguen los males, si despues se han de remediar por una lei bien meditada." El mismo pueblo, que ha sufrido tantos años este abuso, ¿no podria sufrir un dia con la esperanza que éste fuese remediado completamente? De consiguiente, yo no puedo separarme del dictámen de un señor preopinante que dice que se sancione la lei, añadiéndosele un artículo en que se indique al Ejecutivo, que mui pronto se le dará un reglamento sobre la materia; así me parece que se concilia la prontitud de la lei con el remedio que debe darse al Ejecutivo para proveerse en los casos urjentes que pueda ofrecerle.

El señor Eyzaguirre. —Me parece que toda lei debe tener tres discusiones; creo que acaso ese reglamento que se ha ofrecido traer mañana podrá facilitar la resolución de un asunto que ahora se ve tan complicado, i entónces podría darse una lei que llenase los deseos de todos los diputados, i por lo mismo pido que tenga tercera discusión.

El señor Torres. —Benthan, en su Táctica de las Asambleas, nos dice que son de necesidad las tres discusiones para la sanción de cualquier proyecto de lei; pero, al mismo tiempo, nos advierte que cuando los proyectos pasan a las comisiones, su dictámen puede suplir mui bien por uno o dos debates, i concluirse de este modo con uno solo que tenga la Sala; siendo esto una cosa en que hai razones claras i obvias para decidirse, no seria contra el reglamento ni contra la táctica el hacerlo sin las tres discusiones.

El señor Lazo. —Creo que es una vergüenza que tengamos que dictar leyes para evitar unos males que, divina i humanamente, están prohibidos por justísimos preceptos; tales son los ataques a la propiedad, i aun por eso me parece ridículo el demorarnos en discutir sobre el particular. No alcanzo el motivo poderoso que pueda haber para retardarse la resolución, cuando éste es un bien que efectivamente se hace a los pueblos, que hasta hoi llevan sobre sí tan insoportable mal, sin presentarse otros inconvenientes, sino los precarios que se proponen i que rarísima vez sucederían.

Por otra parte, esta determinación es urjente, pues no sabemos si en la actualidad se estarán haciendo prorratas en los campos, que aunque no son precisas, ya se hacen en fuerza de la perniciosa costumbre; i no solo se sacan los caballos, sino también las vacas, convertidas las prorratas en contribución, esto es evidente; i la Comision, en su informe, ha prevenido esos acasos que pudieran ocurrir. Yo siempre repetiré que no sé por qué el Congreso deba demorar un proyecto tan útil i que va a terminar de una vez uno de los abusos mas injustos, principalmente cuando se ejerce con la desproporción que ya se ha dicho por un señor diputado, siendo los mas infelices los mas aprorratados. Creo, pues, que la Lejislatura es obligada a resolver cuanto ántes esta materia.

El señor Eyzaguirre. —La Sala creo que está convencida en esos principios, i el pedir demora no es sino para prevenir la arbitrariedad del Gobierno. Todos conocen que es la cosa mas injusta i que ataca de un modo mas directo la propiedad; pero hemos de conocer también que es preciso dictar un medio para prevenir los casos estraordinarios, cuando no hai fondos en el Estado para ocurrir a ellos, porque siempre no los hai, i así pondríamos al Gobierno en la precisión de quebrantar muchas veces la lei, i por eso es preciso que se le prevenga lo que ha de hacer en iguales casos; esto es lo que quiere la Sala i toda la Nación.

Se acordó conforme a la indicación del señor Eyzaguirre i se llamó a discusión el proyecto del señor Prats, para que se prohiban las levas i el informe que sobre él presentó la Comision Militar.

El señor Benavente. —He visto con placer indicar a la Comision Militar el establecimiento de la lei de enganche, que es el remedio que de raíz puede cortar el mal, aunque no lo creo suficiente en el caso. El proyecto que se discute, es semejante al de las prorratas; mas, el modo con que se presenta, es atacando el mal de raíz. Si en el de las prorratas se hubiese dicho: hé aquí el modo de prevenirlas, no hubiera sufrido el retardo que ha sido necesario para llenar aquel objeto.

En otras discusiones diré por qué es insuficiente la leí de enganche que existe en las ordenanzas.

Las levas no son cual se cree jeneralmente; vienen, las mas veces, destinados al ejército por los jueces territoriales, los vagos i otros raterillos que tal vez se enmiendan en el servicio. Yo conozco que no es la mejor jente para un ejército; pero también la disciplina les corrije esos pequeños vicios que, con el tiempo, podrian haberlos convertido en unos salteadores. Creo que el enganche no surtirá el efecto que se desea, porque está mui desacreditada i enteramente desmoralizada la milicia; este destino es despreciado porque, acostumbrados los hombres a no ver hasta ahora