Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XI (1824-1825).djvu/280

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ANTECEDENTES

que aparezcan marcados los procedimientos que debieran ejercitarse con mas dignidad i decoro. El papel que da mérito a la presente contestacion, nos comprueba estas verdades, i me pone en la necesidad de contraerlas al caso actual; no solo para la intelijencia de esta delegacion, donde son bien conocidas así como los autores de ese escrito, sino para toda la República, pues en toda ella se habrá repartido. Si acaso resulta destrozado el techo de vidrio que cubre el edificio de éstos, debieron buscarla causa de sus desgracias en los excesos de su comportacion política i en el desempeño de su impudencia. Sin esto, yo habria pasado en silencio aquéllos, i resuelto a valorizar las cosas no tanto por su entidad cuanto por su oríjen, el desprecio de las calumnias que me hacían de palabra cuatro hombres insignificantes, habria sido la mejor contestacion a ellos; pero trasmitidos por su imprudencia a un papel que corre veloz por todas partes, yo me haria criminal a los ojos de mis conciudadanos si no presentase las cosas en su verdadero punto de vista, deshaciendo como el humo esas groseras imputaciones i todo el contenido de ese papel, en que tanto se abusa del sagrado nombre de la libertad, i en que, a la sombra del bien público i utilidad de la Patria, aspiran sus autores al mayor mal de los males, la anarquía, sangre i devastacion, para pasar de allí a otro mal mayor, si cabe, en que tienen fija su esperanza i al que dirijen sus pasos con el hipócrita velo del patriotismo.

Hai escritos que demandan una lectura consumada i circunspecta para manifestar sus vicios, obra regularmente de la cultura i talentos de su autor; pero el desgraciado papel que impugnamos, desde sus primeras líneas dirijidas a la sustancia del negocio, ya manifiesta el desprecio que se merece. Hablando de las circulares que han sido la tea o el móvil de estas ocurrencias, dice que fueron dirijidas a consultar a los pueblos si era su voluntad la de que continuase el Director en el mando supremo, o reconocían la autoridad de la Junta, etc. ¿Quién dirijió esas circulares, conocidas solo por los cuatro autores del papel? ¿Quién puso jamas tal disyuntiva? Con la simple lectura de las dichas circulares, i aun de la misma acta de Santiago, conoce el mas estúpido que es mui diverso el espíritu de esos papeles. ¿Qué concepto, pues, podrá formarse de hombres que hablan de una ocurrencia cuyo objeto ignoran? ¿Qué acierto podia esperarse de parte de ellos en la resolución de un problema cuyos estremos desconocen? Tiros al aire, tajos inoportunos, estocadas de don Quijote.

Exije el órden i el objeto mismo de este escrito que me contraiga con preferencia a destruir las falsedades que contiene el que impugno, para tratar en seguida del hecho, cual es en sí i cual lo comprueban los documentos que exhibiré en oposicion del simple i desautorizado dicho de los que me han forzado a romper el silencio. Por conclusion serán descubiertas con dolor mio las miras de los ajenies de esta novedad, para que el tribunal de la opinion pública, a quien imprudentemente ocurrieron, tenga el conocimiento de causa necesario para fallar.

Antes de todo, es preciso desvanecer la idea que esos cuatro individuos han formado, cuando se titulan Cabildo, cuando sueñan tener la Representacion de la delegacion de Rancagua, i cuando por un cambiamiento de principios consideran que, en el acto de que hablan, tenían un carácter distinto i superior a cualquiera de los demás ciudadanos. Ellos apénas hacen la mitad de los vocales de la Municipalidad del pueblo cabecera. Las incumbencias aun de todo el Cabildo están reducidas a esa poblacion, i en los diferentes que comprende aquel distrito, nada tienen que ver los tales capitulares. Sin embargo, como el objeto es abultar i darse un aire de importancia, no se trepida en proferirse de un modo que figura a la delegación de Rancagua representada por los tales cuatro, que ni solo al pueblo cabecera pueden representar legalmente por su número i por el carácter de su nombramiento. Ellos presumieron que pertenecer a un Cabildo les daba derecho para llevar la voz en aquella reunion; quisieron erijirse en oráculos por razon de sus empleos; i con entradas i salidas fuera de la Sala, con huidas, retiro a sus casas i otras niñerías de esta clase, se figuraron que paralizaban aquel majestuoso acto, pues que siendo ellos el alma del negocio, sin su presencia nada debia hacerse. Este orgullo, hijo lejítimo de la ignorancia, les hizo ver espectros donde no habia mas que hombres i clasificar de viciosos los procedimientos mas sanos, como no fuesen el parto de sus intenciones; depravación espantosa, pero por desgracia no poco común en estos tiempos, en que se han cambiado con las cosas hasta sus propios nombres; naciendo de aquí que algunos llamen libertad, ala licencia; opresion, al órden; bien común, al particular Ínteres; voz del pueblo, a la de su mínima parte, etc., etc.

Que los individuos que habian asistido a la reunión del 12 se ocupaban en la ventilación de algunas cuestiones de absoluta inconducencia, dicen los cuatro, i dejan al curioso lector en la incertidumbre del objeto de ellas. Aclarémoslas para que el público se penetre de la clase de principios que adoptaron los pretendidos ajentes de la subversión. Querian éstos que solo tuviese voto el que supiese leer i escribir, única circunstancia que se mirase al sufragar. La propiedad, el jiro conocido, la edad, la honradez, el goce anticipado de los derechos de ciudadanía, nada, nada importaba para los aspirantes, porque nada haria falta sabiendo escribir, como que a su parecer esto era lo único que se necesitaba para que la proyectada maniobra sofocase la voluntad popular, e hiciese aparecer el dictámen de los cuatro, bajo el sagrado nombre de opinion pública. Ya se demostrará adelante la equivocacion que aun en esto producían.