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SESION DE 12 DE NOVIEMBRE DE 1827

cia de once o doce leguas de este pueblo a causa de haber sabido que habiendo yo entablado relaciones, con el capitan Berra i Pedro Fuentes que habian pasado a este lado de la cordillera les habian mandado decir de aquí, que de ningun modo se pusiesen en mi presencia, pues intentaba engañarlos i asesinarlos, que por ningun motivo se entregasen, que Buenos Aires estaba por los españoles i que los pueblos de la otra banda estaban todos en revolucion al mismo efecto, i que esto se conseguiría ántes de un año. Antes de salir el sol llegué a casa de un paisano, donde sabia positivamente venian a divertirse todas las noches, le pregunté por ellos, i aunque trató de negarlos, le hice ver el objeto con que los buscaba, i que viéndome con dos hombres solos nada podia hacerles ni ellos tener que tener, entónces me contestó que allí a las inmediaciones de la casa debian haber dos, que estaban aguardando una carreta en que decian les mandaba yo algunas cosas; en el momento lo hice montar a caballo, i que caminando delante de mí fuese a buscarlos, lo que se consiguió a distancia de seis cuadras de la casa, en donde estaban Pedro Fuentes i Pedro Rosales, quienes al verme no dejaron de sorprenderse en virtud de lo arriba dicho, pero aproximándome a ellos i haciéndoles ver quién era, se contuvieron i vinieron a encontrarme, luego en un monte los convidé a apearse, e inspirándoles la confianza de que carecian les hice ver el objeto de mi viaje, que estaban a mi disposicion i que si fuese cierto lo que les habian mandado decir, no tenia un embarazo para ejecutarlo sabiendo que ellos eran de los principales, quitéles los frenos a mis caballos, i los largué a comer i despues de media hora de conversacion me dijeron que, si queria, vendrian unos amigos i compañeros de ellos a verme, les dije que los llamasen, fuesen los que fuesen, i a una voz que les dió Fuentes aparecieron diez mas, a los que hablé en los mismos términos que a los primeros i los convidé a apearse, lo que ejecutaron prontamente i les hice pasar unos chifles de aguardiente que llevaba, del que tomaron algunos con bastante recelo, hasta que viéndonos tomar a nosotros perdieron la desconfianza. La conversacion duró hasta las doce del dia, a cuya hora nos separamos, ellos para el otro lado de la cordillera i yo para esta ciudad; ésto fué despues de haberse querido venir todos conmigo, lo que no les quise permitir por tener sus familias del otro lado, i aun cuando nada mas consiguiéramos que el que dejen estas montañas limpias, se ha hecho lo que no se podia practicar despues de tantas fatigas i trabajos que pasaban las innumerables partidas que tenia destacadas en las montañas en su persecucion, pues solo conseguian aquéllas quitarles los animales que robaban, las mujeres, caballos i monturas, pero sin poder pillar a ninguno de ellos.

La muerte de Venancio que se anunciaba, se ha falsificado i tan al contrario, que el cabeza principal de los bandidos, me aseguró, que de la jente de Venancio cuando mas moririan cincuenta o sesenta hombres, i que de los de Pincheira murieron todos los oficiales, i muchos indios i españoles, que él tambien habia ido al malon, i se daba por contento con haber escapado a pié, habiendo perdido su caballo ensillado i cuanto llevaba, i si no hubiese sido por unos caballos que dejaron a cierta distancia nunca hubieran conseguido salvar la vida, pues lo verificó en pelo en uno de ellos, lo que acredita la esposicion de un chinito que tengo en casa, i que me mandó Berra de regalo junto con una cautiva que tenian los indios, pues el chinito dice haber quedado cuidando dichos caballos con otro de su misma edad.

El comandante de estas partidas de bandidos me hizo ver el estado lamentable en que se hallaban, que no tenian que comer, ni caballos en que andar, que para vivir se estaban moloqueando unos con otros, que los indios andaban con ellos nada corrientes, que Pincheira no hacia otra cosa que lo que él i Pedro Fuentes le decian, i que ellos iban a hablar con él, que nada me prometian ni ofrecian, pero que estuviese cierto que dentro de pocos dias sabria lo que eran i lo que valian, que aunque eran hombres de baja esfera i poco conocimiento, tenian palabra i sabian agradecer beneficios. Lo cierto es, que no han hecho desde que llegaron a estas montañas la menor estorsion en estas campañas, i que el lunes de pasado mañana todos ellos reunidos deben estar en las Lagunas.

Todo esto se ha conseguido con el pequeño gasto de 50 o 60 pesos, asegurándome todos ellos en jeneral que si de ese modo se les hubiese hecho la guerra, tiempo ha estaba concluida; confrontadas estas noticias con las que el chinito que me mandó Berra, repetidas veces me ha comunicado, no encuentro la menor duda de que todo sea cierto, en vista de lo cual i porque Pincheira se satisfaga de nuestro modo de pensar, le mandé uno de los mejores caballos que de su silla se le quitaron el año pasado, i que existia en mi poder mui gordo, porque era bueno. Con esto creo que perdemos poco, i ganamos mucho.

Tengo el honor de poner en noticia de V. S. todo lo espuesto para su conocimiento, como igualmente de ofrecerme su mas obediente súbdito. —Manuel Quintana i Bravo. —Señor Gobernador-Intendente de la provincia.


Núm. 231


Proyecto De Decreto

La Comision Nacional, atendiendo a lo espuesto por el Vice-Presidente de la República sobre los conflictos que apuran al Erario público, i la imperiosa necesidad de emprender gastos estraordinarios para la seguridad de las provin