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Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXIII (1834-1836).djvu/471

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CÁMARA DE SENADORES

jaron en el campo un considerable número de muertos i muchas lanzas i caballos, como igualmente el cuantioso botin del robo hecho a nuestros aliados, todo el que les fué devuelto.

Permitiendo a esta fecha el cambio de la estacion la facilidad de poner en movimiento mayor número de fuerzas sin los peligros i obstáculos que habían tenido que vencer los que se intentaron en el rigor del invierno, dispuse reforzar la division de operaciones, mandando, al efecto, al Coronel don Bernardo Letelier, con un batallon de infantería, para que tomase el mando de ella, cuya marcha efectuó el diez de Noviembre. Este jefe llevaba la órden de emprender principalmente sobre el Malal, punto situado a orillas del Cauten, mui defendido por naturaleza i en el que se hallaba reunido un crecido número de caciques, autores de los robos e incursiones que se habian esperimentado en la frontera; entre los que se contaban igualmente varios españoles refujiados. Si atacados en este punto lo desamparaban i pasaban el Cauten, llevaba también órden de perseguirlos i hacer lo posible a fin de obligar a las reducciones de la Imperial i Boroa a que los entregasen. Las dos notas de este jefe, que tengo la honra de adjuntar a V. S. bajo los números 1 i 2, le pondrán al cabo del pormenor de sus operaciones, para el lleno de las órdenes que se le habían dado.

Observando por lo que me decía este jefe en su segunda nota, la buena disposicion en que se encontraban los enemigos para celebrar un tratado de paz, i que lo obtendríamos bajo condiciones sumamente ventajosas, en razón del temor que se había apoderado de ellos por los muchos males que se le habían causado, me decidí a pasar al fuerte de Puren de donde se hallaba la division, con el objeto de obviar con prontitud los inconvenientes que hubieran podido presentarse para realizarla; como igualmente el de hacer un reconocimiento de los puntos mas adecuados para establecer fuertes, caso que, por el resultado de nuestras armas, hubiese hallado conveniente proponer al Supremo Gobierno la traslacion de la línea de frontera.

A los pocos dias de mi llegada a aquel fuerte, se me presentaron los correos dirijidos por los enemigos; pero mui pronto conocí, por sus proposiciones, que su objeto solo era ganar tiempo e impedir que obrase la división sobre ellos, por lo que dispuse que segundase sus golpes, que debía verificarlos en el mes de Enero.

Este era el estado en que se hallaba la guerra con las tribus del interior, cuando ocurrió el simultáneo levantamiento de los fronterizos el 2 de Enero, de que tengo impuesto al Supremo Gobierno. Tratar de investigar la causa que ocasionó este trastorno en nuestros aliados, es inoficioso al considerar el poco o ningún respeto que guardan a sus convenios, siempre que juzgan no podérseles imponer con la fuerza, i su mucha disposicion a infrinjirlos cuando creen que por ello puede reportarles alguna ventaja.

Despues de aquel acontecimiento comuniqué al Supremo Gobierno el total descalabro que sufrieron los que atacaron una guarnicion nuestra en Collico, como igualmente las ventajas alcanzadas por la division de los Coroneles Letelier i Vidaurre en los dias 2, 4 i 29 de Enero. La pérdida que tuvieron los enemigos en esta última del cacique Cayo, autor i principal cabeza del movimiento, les puso en consternacion, así es que a los pocos dias de este acontecimiento, me remitieron un mensaje haciéndome entender que se hallaban dispuestos a volver a la amistad del Gobierno si se les concedía esta sin condiciones mui onerosas; pero me hallaba mui distante de entrar en negociaciones con enemigos que acababan de ejecutar un acto de tan punible perfidia, i cuyas invitaciones estaban de manifiesto dirijirse únicamente a libertarse del mal inmediato que les anunciaban nuestras armas, cuando ocurrió el desgraciado acontecimiento del 20 de Febrero. Este dia, tan funesto para todos los pueblos de estas provincias, estendió también su pernicioso influjo hasta los sucesos de nuestra guerra. Derribados nuestros fuertes, sin cuarteles ni local alguno en que pudiera asilarse la tropa en el invierno i en la mayor consternacion todos los habitantes por la pérdida de sus intereses i demás horrores de que habíamos sido testigos; no dudé un momento en sacrificar a tan poderosos motivos, los que nos asistían para llevar adelante la guerra. Me lisonjeaba sobre todo la facilidad que se me ofrecía concluida una paz o tregua con los enemigos, de disponer de una parte del Ejército para auxiliar a los pueblos arruinados. No dudaba la gran dificultad de conseguirlo por sola la razon de que íbamos a acceder con prontitud a lo que ellos mismos habían solicitado; pues reputan como indicio claro de temor, el que se les perdone ántes de castigárseles competentemente, o cualquiera otro acto en que se les mire con alguna consideración; pero, no obstante estos motivos, me decidí a hacer una tentativa, no temiendo gran perjuicio de que no tuviese el resultado que deseaba, i mui dispuesto en tal caso a hacerles conocer los efectos de su pertinacia i error.

A los pocos dias del acontecimiento del 20 de Febrero, mandé con el objeto indicado tres capitanes de indios, escojiendo para el efecto los que gozaban de mejor reputacion entre ellos, i con la autorizacion competente para ofrecer el perdon a nombre del Gobierno a los fronterizos, que se nos habían revelado el 2 de Enero e invitar igualmente con la paz a los huilliches i demás tribus con quienes estabamos en guerra. A los ocho dias regresaron los capitanes i la contestacion de aquéllos estaba reducida a manifestar que no creían de buena fé la paz i perdon con que se les brindaba, a causa de hallarse tan reciente la época de su falta; pero que no obstante volve-