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SESION DE 29 DE JULIO DE 1835

esta situacion depende de un poder estranjero. Vemos que la España se halla vacilando no solamente en la adopcion de principios con respecto al reconocimiento de la Independencia de América, sino tambien en cuanto a la subsistencia de su actual Gobierno. Una i otra cosa debe tenerse mui presente para decidir la Legacion, i empezando por lo último preguntamos ¿qué seguridad hai de un tratado que se haga con la Reina Cristina, cuando su Gobierno se halla disputado por el Infante don Cárlos? Si algunos confían en las probabilidades de que triunfen las armas de aquélla; otros pueden temer que sean vencidas i entre la confianza i el temor no puede tomarse una resolucion positiva i segura. Supongamos que las Legaciones americanas alcanzan de la Reina de España el reconocimiento de la Independencia. ¿Será obligatorio este acto para el pretendiente al trono si llega a ocuparlo? Muchas reflexiones de esta clase podríamos hacer, pero creemos que es bastante manifestar que no hai actualmente en España un Gobierno subsistente con quien tratar. No pretendemos elevarnos sobre la jerarquía de aquella vieja Nacion; pero sí pensamos que en su presente posicion el reconocimiento que se obtenga ni es seguro por los riesgos que corre, ni decoroso, porque en la diplomacia europea aparecerá concedido en fuerza de las circunstancias.

En cuanto a la adopcion de principios, nos esplanaremos un poco mas, advirtiendo que nuestra opinion no procede de capricho ni es influida por concepciones fantásticas, sino fundada en las ideas que arrojan los documentos publicados al fin de la Memoria del señor Ministro de Estado en el Departamento de Relaciones Exteriores, i en otros papeles copiados en varios periódicos.

En los primeros documentos no descubrimos principios liberales manifestados con franqueza, sino apariencias de la buena disposicion del Gobierno español para tratar con las Repúblicas americanas, sin indicar por base el reconocimiento de la Independencia, sino palabras vagas de jenerosidad i conveniencia mútua. El lenguaje de las comunicaciones del Ministro Martínez de la Rosa nada descubre de positivo, i solo espresa que su ama, la Reina "desea promover la resolucion de este asunto guiada por los altos principios de política, no ménos ilustrada que jenerosa, que le sirven de norma en el réjimen de aquella monaiquía, i que está dispuesta a oir las ofertas que se hagan a España por los Gobiernos americanos, de una transaccion equitativa i decorosa". En estas espresiones se ve: primero, que las propuestas de los americanos van a ser acrisoladas por los altos principios de política española que, aunque ¡lustrada i jenerosa para aquella Nacion, no puede serlo para nosotros; i segundo, que se esperan ofertas de una transaccion equitativa i decorosa para la España. De aquí se colije fácilmente que el Gobierno español nos mira todavía como vasallos, i que solo piensa en los intereses de la Península sin consideracion alguna a los de América; pues de otro modo no se puede esplicar esa buena disposicion a recibir propuestas de una transaccion decorosa i equitativa para la España. Siendo esto así, como parece que lo confirma la representacion de los Procuradores de la Nacion en que se propone el medio de separar la cuestion política de la mercantil para allanar las negociaciones, teniendo presente en ellas el no desmembrar en nada el antiguo imperio español ¿qué resultados favorables podrán alcanzarse de los tratados que se pretenden entablar? Pero, supongamos que este modo de considerar el negocio sea una equivocacion nuestra o un efecto de nuestras pocas luces en la diplomacia; nos basta para pensar así, que hasta ahora no se presenta una base fija; que sin ella las Legaciones americanas van a hacer tentativas, i, por consiguiente, es mui incierto el éxito de la empresa. Si los principios del Gobierno español estuviesen declarados abiertamente, la única razon que habría para resolver la Legacion chilena, sería concurrir con las demas Repúblicas, para no mancillarse con la nota de apocamiento o de mezquindad.

Preguntamos ¿cuáles son las ventajas reales que podemos sacar de la mision a España? El cortar, se dirá, el estado de guerra en que nos hallamos con la antigua metrópoli, i ensanchar nuestro comercio ajustando un tratado de este jénero. Lo primero es puramente nominal, i aunque hai espíritus asustadizos que lo temen porque creen que, sin una espresa declaracion de la Independencia, puede aspirar la España a reconquistar la América, no consideran que estamos al abrigo de una empresa de esta clase por la impotencia actual de aquella monarquía, que, sin embargo de tener en sí misma los medios de restablecerse i elevarse a su antiguo estado, el espíritu de conquista va desapareciendo en proporcion del progreso que hacen las luces i las instituciones filantrópicas La España, pobre i arruinada por su mal Gobierno, con el objeto de desahogarse de algunos apuros, puede aspirar a la recuperacion de sus antiguas colonias, porque todavía no conoce que éstas ya no son lo que fueron; pero tales aspiraciones se disiparán como el humo en el momento en que al intentar ponerlas en ejecucion se encuentre sin elementos para ello. Mas, la España rica e ilustrada no infunde temores porque sus riquezas llenarán completamente sus necesidades i su ilustracion hará mirar con horror las ideas de reconquista sujeridas por la pobreza o por un vano orgullo, razones condenadas por los principios liberales; los que si no son completamente adoptados por los españoles, jamas les permitirán salir de su estado de impotencia; i si lo son, les proporcionarán toda la prosperidad que deben apetecer. Bajo este concepto, de ningún modo es temible el estado de guerra nominal. Agregaremos que,