dida lamentable que ha sufrido la República con el reciente fallecimiento del mui reverendo arzobispo don Manuel Vicuña. Las relevantes virtudes i el fervoroso celo apostólico que resplandecían en este digno pastor a quien tantos bienes ha debido la Iglesia Chilena, harán que ella le llore largo tiempo colmando de bendiciones su memoria. El Gobierno, sobre todo, ha tenido motivos particulares para sentirle porque con su muerte han quedado interrumpidos trabajos de la mas alta importancia que de acuerdo con él habia emprendido para el mayor bien espiritual de los fieles i propagación de la moral cristiana. Vemos al fin acercarse el término deseado en que realizada la division de obispados propuesta por la lei de 21 de Agotto de 1836 haya en la República cuatro dignos prelados, que consagrando esclusivamente sus desvelos a la doctrina i morijeracion de aquella porcion de habitantes que se encomiende a cada uno, nos hagan recojer los saludables frutos que ántes eia imposible esperar por la excesiva estension de las dos únicas diócesis desde el principio establecidas.
Se ha concedido recientemente el pase a la bula de ereccion del obispado de Chiloé, salvando las regalías del ▼patronato Nacional. Con igual restriccion lo ha obtenido la bula en que su Santidad instituye obispo de la Serena al recomendable párroco de la misma don José Agustin de la Sierra. Tratándose del pase a esta última se suscitaron serias cuestiones en el Consejo de Estado, a causa de que algunas cláusulas de ella parecen negar de un modo positivo al Presidente de la República el Supremo Patronato que le confiere la ▼Constitucion i el consiguiente derecho de presentar para todas las dignidades i beneficios de sus iglesias. Atendiendo a que la institucion del Soberano Pontífice habia recaído en la misma persona propuesta por el Gobierno i a fin de evitar la larga demora que habria sufrido el establecimiento de la Diócesis de la Serena, si se hubiese retenido la bula, el Consejo tuvo a bien concederle su exequátur; pero protestó que lo negaría en adelante a cualquiera otra en que se desconociese esta regalía. Semejante resolucion retrae al Presidente de hacer desde luego las propuestas para el arzobispado de Santiago i el chispado de Chiloé. I aurque urje en gran manera la provision de ámbas Sedes, en particular la de la última, no siendo probable que su Santidad tenga a bien variar de espresiones en las bulas de institucion para ellas, inoficioso parece presentarle personas que las ocupen mientras no se celebre con la Corte de Roma un arreglo que evite en lo futuro tan desfavorables entorpecimiertos. No juzgo necesario estenderme mas sobre este punto, porque ya el Gobierno ha resuelto que se promueva por el departamento correspondiente.
Promulgada ya la lei que prefija el número i dotacion de las canonjías i demas prebendas del Obispado de la Serena, el Ejecutivo se dará prisa a proveerlas para que se organice completamente aquella Sede. La construccion del templo que ha de servir al nuevo Obispo, se está preparando con actividad i en cuanto lo permitan nuestras facultades, se procurará que la obra sea correspondiente al decoro de las augustas funciones que han de desempeñarse en ella.
El Obispo de Concepcion ha continuado durante el año presente la visita de su Diócesis. Mui laudable es el celo con que este prelado solicita el beneficio espiritual de los fieles encomendados a su custodia i mui satisfactorios los resultados que se han debido a sus afanes. El ha mejorado el servicio del culto en muchas partes, administrado los sacramentos de la confirmacion i penitencia a innumerables individuos que se hallaban privados de ellos largo tiempo i por los oportunos informes que ha trasmitido al Ejecutivo, le ha dado a conocer varias necesidades, a que se apresurará a poner remedio tan luego como le sea posible. Varias dificultades relativas a los trabajos preparatorios para la construccion de la Catedral de aquel Obispado han impedido que se le dé principio hasta el dia. La falta de arquitectos hábiles que se nota en el pais es el principal obstáculo a las obras de esta naturaleza.
Pero no obstante el Gobierno que no pierde un momento de vista aquel interesante objeto, tiene la esperanza de que no tardará mucho Concepción en ver sustituirse una iglesia episcopal de la elegancia i capacidad correspondientes, a la estrecha i poco decorosa que por ahora suple.
Si la relijion, aun consideraba bajo el aspecto meramente político, es el jérmen de los mayores bienes para las naciones, si es ella la que asegura la moralidad de las costumbres i la felicidad del Estado i si faltando su apoyo son efímeras todas las esperanzas de órden i de estabilidad, obligacion es de primera importancia para los Gobiernos, sostener con todo jénero de esfuerzos la prosperidad i el esplendor del culto. Un número competente de ministros ilustrados i virtuosos que prediquen el dogma i la moral, i templos donde se celebren las venerables ceremonias de la relijion con el decoro necesario, son condiciones indispensales para asegurar esos objetos. Pero por desgracia entre nosotros se esperimenta una gran escasez en ámbas. Dignas de todo elojio son las virtudes que distinguen por lo jeneral a nuestro clero; pero él es reducido si se le compara a las necesidades crecientes del pais. Aun en Santiago, donde era mas natural que hubiese mas concurrencia de eclesiásticos, apénas pasan de ochenta los presbíteros que existen, incluyendo en esa cifra los enfermos e impedidos. Incomparablemente mayor es esta falta en las provincias i no son pocos los lugares de crecida poblacion donde ademas del Párroco no residen sino uno o dos clérigos a lo sumo. El Gobierno, que deplora, como es justo