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Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXXII (1843).djvu/372

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CÁMARA DE DIPUTADOS

otra parte es nuestra causa, es la causa de la civilizacion, de la humanidad, es la vida de los pueblos que perecerían moralmente sin el sustento de las ideas que la prensa derrama a manos llenas, i fuera un oprobio que intereses tan caros i valiosos, que objetos de tanta magnitud, se viesen abandonados por los que están encargados de su defensa, i entregados al ludibrio de la palabrería: i todo por temor a un grano de arena, por miedo de declamaciones cuya impotencia demuestra su misma osadía.

Vamos, pues, a hacer una breve reseña de las crueles inculpaciones que en algunos pasajes del discurso del señor Palazuelos hace a la prensa periódica, en particular a El Progreso, procurando refutarlas i desvanecerlas, sin hacer valer la fria impostura ni la torpe diatriva, sin rivalisarnos en el fango de las personalidades. A este respecto puede tranquilizarse el señor Diputado, pues que no cambiaremos las armas que la razon presta por las del de nuesto, ni insensato mancillaremos nuestra causa, defendiéndola con el aleve sarcasmo. Porque si El Progreso no es el Morning Cronicle, ni el Diario de Debates, ni sus editores, ni sus redactores mancharán su dignidad de hombres, su cultura; no faltarán al decoro que se merece al pais en que escriben, aun a trueque de hacer callar a su adversario.

Entremos en materia: el señor Diputado dice: "La prensa periódica asalariada por el Gobierno, pues tal importa la proteccion con que éste la favorece, no puede ménos que dar su aprobacion a todos sus actos, hacer una manifestacion de sus ideas relativamente a él, manifestacion que puede ser apasionada, imbécil, inmoral, perniciosa e inoportuna en muchos casos."

El señor Palazuelos piensa, pues, que la proteccion que el Gobierno da a los periódicos suscribiéndose por un cierto número de ejemplares equivale a asalariarlos, ignorando acaso que si retirase la suscricion a El Mercurio i a la Gaceta no podrían publicarse i El Progreso viviria a duras penas, porque es de saber que son pocos los que leen i entre éstos algunos de valde. Ademas esa proteccion que tanto escandaliza al señor Diputado, haciéndole poner el grito en el cielo, es una justa retribucion, no de los servicios que ellos prestan, sino de lo que pagan como contribuyentes en derechos del papel que consumen i que sin los periódicos no se consumirian, derechos que son 25% sobre un avalúo, por lo regular subido, mientras los libros i las publicaciones estranjeras están exentas de derechos.

En cuanto a la aprobacion que por este salario debemos dar a todos los actos del Gobierno, nosotros diremos que con él i sin él aprobaremos todas las medidas que lleven el sello de la utilidad i de la buena fé, sin que renunciemos a censurar lo que nos parezca digno de censura: en uno i otro caso con arreglo a nuestra conciencia, porque nosotros tenemos conciencia política.

Mas adelante dice el señor Diputado: "¿no es claro que protejiendo el Gobierno a estos impresores o empresarios, favorece sus ideas, mira por sus propios intereses?"

En la duda en que nos deja la ambigüedad de esta frase de si las ideas que favorecen el Gobierno i los intereses porque mira son los suyos o los de los impresores o empresarios, vamos a considerarlo de las dos maneras por si acertamos, porque bien pudiera ser que no fuese ni lo uno ni lo otro.

El suponer el señor Diputado que el Gobierno sólo busca quien favorezca sus intereses e ideas, i mereciendo esto la aprobacion de un representante de la nacion, importa decir que el Gobierno actual tiene distintas ideas, intereses opuestos a los del pueblo cuyos destinos preside, i esta deduccion nos parece natural cuando vemos que coincide perfectamente con el final del primer párrafo que hemos copiado; esto es, que al aprobar los escritores asalariados todo sus actos (los del Gobierno) esta manifestacion podría ser apasionada, imbécil, inmoral, perniciosa. No se hiciera tal agravio a un Gobierno cuyo jefe fuese un lacho.

Si lo que el señor diputado ha querido decir (todo podria ser) es que se favorecen las miras e intereses de los impresores o empresarios (para el señor Diputado estas dos palabras son sinónimas) bastáranos contestar, que los editores de El Progreso i redactores tambien no tienen otro interes que el bien del país, ni otras ideas que las que sirvan para lograr este bien; que si sus hojas de servicios no son mui brillantes i fastuosas, en ellas no hai una nota de desercion, que en su pequeñez social, la lealtad, la consecuencia, en una palabra la honradez política ha sido constantemente su divisa. Que en las divisiones civiles que en tiempo de revuelta han ajitado los ánimos, siempre han militado bajo el mismo pendon con colores definidos, sin medias tintas ni tornasol.

Prosigue. I si nó, díganme los señores impresores, ¿cuándo se han ocupado en meditar los obstáculos que se oponen al desarrollo de la industria; cuándo han reflexionado en un canal, en un puente, que convendría en este o en aquel lugar? Se ocupan sólo en jeneralidades que todo el mundo sabe, cuando no tienen un chismesito con qué divertir.

Dejando El Mercurio i la Gaceta la parte que les toca en la fatídica tarea de refutar al señor Diputado, diremos solamente que El Progreso fué el primero que presentó i analizó el proyecto de colonizar el Estrecho de Magallanes, é que tomó parte en la cuestion suscitada por El Semanario sobre el proyecto de colonizar los baldíos del su i como proponían los directores de la Sociedad de Industria i Poblacion que han levan-