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SESION EN 25 DE AGOSTO DE 1843

tado mil veces la voz, para que la policía recobrase su perdido vigor; también ha favorecido en su marcha emprendedora i enérjica a la Municipalidad de Santiago; ha hecho i hara cuanto esté a sus débiles alcances para corresponder a su título para llenar dignamente su objeto.

"Entre los redactores de El Progreso se encuentra un empleado en el gobierno. Yo lo creo mui interesado por el bien de Chile, por su prosperidad; pero no creo que publicase un artículo contra el Gobierno sin consultar ántes al Ministro i pedir su opinion. Yo no digo que el actual redactor así lo hará, pero es natural que lo haga todo aquel que no quiera que se le despoje de su destino.

En tiempo que entre los redactores de El Progreso, habia mas de un empleado del Gobierno, fué cuando se censuró el discurso que el Presidente de la República leyó ante el Congreso Nacional, i el artículo que contenia la censura fué a la imprenta sin ser visto por ninguno de los Ministros de Estado.

Ni el empleado que el señor Diputado alude en su injusta i agravante alusion, ni ninguno de los que por sus luces i capacidad puedan redactar o ser colaboradores de El Progreso se estiman en tan poco, ni son tan menguados para dejar de publicar sus opiniones, si las creen útiles, por temor de perder su destino. Por otra parte los señores Ministros son demasiado circunspecto para exijir de sus empleados actos deservilidad que por sí solos les harían indigno del lugar que ocupan i la confianza que merecen. Si tal cual vez hai que apoyar una medida gubernativa, lo que El Progreso hará siempre que le parezca útil al pais. podrá suceder que nos acerquemos al Ministro por cuyo conducto se proponen a tratar de investigar las causas que la motivan i los fines a que ella conduce para hacer mas conspicuas sus ventajas; este paso dista mucho i jamas puede confundirse sin temeridad con la abyeccion que nos supone el señor Palazuelos. Relegando al desprecio esa inculpacion que hace a El Progreso el señor Diputado de haber publicado chismes i blasfemias, etc., eso que se llama desahogos, rétanos decir dos palabras sobre la inconcebible injuria que graciosamente no infiere el señor Diputado al decir que nosotros alteramos sus discursos en la publicacion que hacemos de las sesiones de la Cámara de Diputados.Esto es notoriamente falso, ni tenemos interes ni aun cuando le tuviéramos cometeríamos la vileza de alterar voluntariamente en un ápice el sentido de lo que ninguno de los señores Diputados hablan en la Cámara. Apelamos al testimonio de las conciencias de todos, la del señor Palazuelos inclusive. Si hai alguna omision o diferencia entre lo que se dice i lo que se publica, depende de la falta de taquígrafos que puedan copiar con escrupulosa fidelidad los discursos de los representantes, i esta falta la sentimos a par del alma, porque la historia parlamentaria pierde algunos trozos inimitables.

Concluimos insertando lo que en Setiembre de 1842 decia El Semanario en ocasion semejante a la que ahora nos ha obligado a esta justa vindicacion, ella corrobora nuestros asertos.

No nos despedimos del señor Palazuelos porque no creemos aun terminada esta polémica.

El tiene la lengua espedita, nosotros la pluma pronta.

Los Editores

El señor Diputado Palazuelos no nos quiere bien; pero a pesar de esta malquerencia, cuya causa no nos es dado atinar, ha querido dejarnos añosos i bien puesta nuestra reputacion de profetas. Dijimos que la contienda entre el señor Diputado i El Progreso no habia terminado i dijimos la verdad. Ahora repetimos que talvez no tenga fin miéntras no lo tengan las sesiones parlamentarias, i puede ser mui bien que tampoco nos engañemos. I despues pudiera salir algún otro Mastodonte tan intelijible como el primero.

El señor Palazuelos prosigue sin echar la vista atras, sin ver tampoco él el abismo que podrá hallar al fin de su viaje en el intrincado i tortuoso sendero en epie voluntariamente se ha engolfado. Es un atleta impertérrito, que no ceja un paso por todo el oro de este mundo. La cortesía que como dijimos al principio, ha usado con nosotros, realizando nuestra prediccion, merece su correspondiente torna, i se le vamos a dar endulzando el sentimiento que allá en sus adentros pueda tener el señor Diputado de llevar tan adelante una tirria sin objeto i sin resultado. I de consuelo deberá serle el saber que su desacordada enemiga, no nos causa ningún mal moral, mientras que nos produce dos bienes materiales i de gran precio para nosotros.

El primero es el de darnos con su filípica asunto para escribir, sin duda ha creido que andamos escasos siempre de ellos, por no tener el don creador ni de invencion, aunque sea de futilezas i patrañas. El segundo es que espendemos mayor número de ejemplares de aquel que encierra alguna réplica a los discursos del señor Palazuelos.

Ni sabemos ni queremos averiguarlo, si esto sea efecto de simpatía del público por nosotros o de antipatía del público para con el señor Diputado.

Esto supuesto, por nuestra propia conveniencia, i a fin que el señor Palazuelos quede completamente desahogado de la hiel que contra El Progreso o sus impresores o empresarios pudiera en su ardiente corazon, desearíamos que prosiguiese en divertir a la barra a espensas de la