conducia la cuestion con destreza a un término mucho mas personal, a los servicios del jeneral Blanco. Entónces tambien habia quien atribuyera mi oposicion a un secreto resentimiento, i a la mas vil i despreciable de todas las debilidades humanas, la envidia. Este solo hecho pudiera servir de respuesta al señor Ministro; pero hai otras razones poderosas i convincentes; mas alegarlas seria pensar en mis piopios intereses, en mí mismo; i esto seria una mengua cuando debo cumplir mis deberes. Lo abandono todo, i voi a la cuestion.
No es sin duda la jeneracion presente la que puede juzgar de los servicios prestados por los defensores de la independencia. Partícipes todos de los hechos mas o ménos interesados i ligados con ellos: unos sólo recuerdan las depredaciones, proscripciones i muertes; otros sólo tienen presente las distinciones i favores; i todos miran los hechos por el funesto prisma de las pasiones ¿serán jueces competentes? ¿podián ejeicer ese ministerio sagrado? Mal podria yo calificar los del jeneral Blanco, escluir aquellos que no merezcan este nombre i medir su importancia. Todo lo que puedo hacer sin riesgo de equivocarme, es reconocer, como reconozco i confieso, que ha prestado servicios importantes a la ▼República.
Ahora bien ¿i cuál es su precio? Baldon eterno merecería quien se atreviera a valorizarlo. La sangre vertida en defensa de la patria, honrosas cicatrices, los combates i los triunfos, no pueden tener otro premio que el triunfo mismo, la gratitud de sus conciudadanos i una gloria eterna e inmortal.
Pero se quieren medir por el oro los servicios del jeneral Blanco, i debo descender a este sacrílego campo, para manifestar que ninguno de nuestros jenerales, jefes i oficiales han obtenido las recompensas que él. Tenemos por felicidad mil guerreros ilustres, que con impávida fiereza buscaron en todas partes la victoria o la muerte: mil guerreros que combatiendo siempre segaron en todas partes los laureles con que se orló la patria; mil guerreros en fin, cuya poderosa i luciente espada sólo les labró el olvidado i desierto sepulcro en que descansan.
Tenemos otros no ménos denodados i felices a quienes respetó la muerte, pero ninguno ha unido la riqueza a los triunfos; mas el jeneral Blanco en cada victoria alcanzada por sí mismo o por las naves que estaban bajo sus órdenes, se ha proporcionado una fortuna considerable, él sólo ha gozado del sueldo de 6,000 pesos hasta el año de 1826, i desde entónces 3,000, cuando los demás jenerales, aun los de superior graduación sólo han tenido 2,700. En la guerra civil él es el único que no ha estado espuesto al embate de las pasiones. Siempre se ha conservado en un puesto distinguido, libre de los vaivenes de la fortuna, cuando los otros han tenido que sufrir el despojo de sus empleos, la pérdida de sus bienes o rentas, la proscripcion i aun la misma muerte. El jeneral Blanco es pues el único feliz, el único que ha hecho adquisiciones i obtenido recompensas ¿i será justo que se invoquen sus servicios para concederles otras? Mui luego debo examinar algunos hechos particulares, mas entre tanto séame permitido citar uno que merece la atencion de la Cámara. Confiscadas las propiedades del señor jeneral don ▼José Miguel Carrera, cuyo valor percibió el Fisco, aun no se ha reconocido en la deuda nacional interior la parte que pertenese a los hijos, i éstos mismos han tenido que pagar el último resto de la espedicion que preparó su padre en los Estados Unidos del Norte, para reconquistar la ▼independencia de Chile. Mengua habría sido para esos mismos hijos, invocar o empeñar los importantes servicios de su padre para hacer una adquisicion de dinero. Este era un acto de justicia, una deuda sagrada que debia pagar la nacion. ¿I qué se ha hecho? No, i sin embargo, te trata de conceder mas gracias, mas favores al único que ha obtenido recompensas, al único que ha sido feliz.
He examinado la cuestion en el campo a que se me ha conducido, por el lado único que ha querido verse, séame ahora permitido recordar los principales fundamentos que he aducido ántes. La gracia que recomienda el Gobierno impone a la nacion un gravámen de 3,000 pesos en cada año, porque para concederla, es necesario suspender las leyes que privan del sueldo al que sale fuera de la República. Este gravámen va acompañado de una privacion que se impone al Estado de los servicios que pudiera prestar el jeneral Blanco, i trae consigo un funesto, un pernicioso ejemplo. Es necesario suspender la lei en el mismo acto que debia cumplirse, i debe suspenderse en favor de un poderoso. Aquí podia recordarse lo que dijo un célebre escritor "las leyes son telas de araña en que sólo se enredan las moscas". ¿Para qué hacer leyes, i para qué tomarse este penoso afan, si en el momento que deben tener efecto, es necesario crear otras para derogarlas?
Pero hai un fundamento que llama particularmente la atencion, i que me ha decidido con especialidad a oponerme. El gobierno nos revela en su mensaje, que no merecen sus cuidados, que no ha fijado su atencion, ni piensa en llenar las infinitas necesidades que demandan la seguridad e independencia de Chile. Tenemos un ejército que debe servir de base al que habrá de formarse en el caso de una invasion; i no existe un Estado Mayor Jeneral que adquiera i difunda los conocimientos necesarios para defender nuestro territorio i sostener nuestra independencia. Tenemos ese mismo ejército diseminado en toda la República, i no se ha encargado, ni se piensa en que haya jenerales, que lo revisten i le hagan cumplir sus deberes, para evitar las defraudaciones que mas de una vez hemos tenido que lamentar; tenemos una inmensa frontera con un enemigo constante, en la cual no bastarian dos