Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXXII (1843).djvu/585

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido validada
579
SESION EN 20 DE OCTUBRE DE 1843

lantamientos de la maquinaria, la abundancia i baratura de los trasportes, porque nadie creemos que pretenda que estas causas ya se han agotado. Sigue tambien obrando la principal de todas, que es la lei del pais, que deja en manos del Gobierno la reforma de la tarifa sin restriccion alguna. Esta es la verdadera causa de la crísis porque sin ella las otras serian nulas; i sin embargo, el señor Ministro no se acuerda de ella, i tanto la olvida que ni en sus cálculos, ni en la medida misma de reformar cada año en una tercera parte de la tarifa, hace mencion de la que deberá hacerse en caso que los precios del mercado, o algunos de ellos sufran una baja considerable como es seguro de que sucederá al cabo de tres años.

¿No era esta la ocasion de que el señor Ministro hubiese dado una esperanza al ménos de que en adelante no dejaría el Gobierno dormir tan largo tiempo la tarifa, con el objeto de proporcionarse un aumento sordo de derechos? ¿No era ocasion de que el gabinete actual, a fuer de liberal i de amante de las buenas instituciones hubiese propuesto al Congreso un proyecto para que la tarifa fuese examinada todos los años por jueces impaciales, i correjida en caso de una desnivelacion considerable? ¿No es la misma crísis de que se trata una leccion la mas elocuente de que la lei actual que deja a arbitrio del Poder Ejecutivo la reforma de la tarifa está en contradiccion con las instituciones republicanas del pais, i con el espíritu de nuestra Constitucion? Pero volvamos al oríjen de nuestro asunto. Resumiendo lo que hemos dicho hasta aquí, nuestro juicio es que la crísis que anuncia el señor Ministro de Hacienda tiene mucho de quimérica, por estar fundada en cálculo aventurado i aun erróneo quizá. I pensamos tambien que ella no puede disculpar al Gobierno del retardo que va a hacer de la reforma de la tarifa. Esta medida impregnada a nuestro juicio de timidez, o de espíritu fiscal, puede ser considerada como una consecuencia de estar fijo el actual Gabinete, en la idea de no innovar nada, i de dejar al pais que se desarrolle por sí i a despecho de las trabas que le opone el mal sistema de impuesto; i como deseamos de todo corazon que semejante idea no reine ni en el Ejecutivo, ni en las Cámaras, ni que por ella pueda hacérseles a entrambos poderes un reproche, que tendríamos por justo segun nuestros principios, nos pesa sobremanera verla hermanada con un hecho práctico que puede servirle de prueba.

Ya calculamos que el espíritu estacionario, o la fuerza de inercia, cubiertas con el ropaje de la prudencia, alzarán la voz contra estos renglones; vemos en fin que se nos vienen encima los argumentos que ha considerado en su Memoria el señor Ministro de Hacienda hablando de reformas i de Venezuela; pero no nos equivocamos de responderles, ni aun tememos siquiera que al sostituir otras ideas a las de su señoría, se puedan falsear nuestras intenciones, i acusarnos de que propalamos doctrinas peligrosas.

Mañana nos ocuparemos de este punto de la Memoria, i esperamos mostrar que no hai tales peligros en el terreno que pisamos.


Núm. 384

REFORMA EN EL Departamento de Hacienda [1]

La última memoria del señor Ministro de Hacienda nos ha revelado terminantemente que el principio que guia al actual gabinete en materias de rentas es conservar lo existente i no tocar en nada el sistema de impuestos. ¿Es acertado, es laudable semejante principio? Esta cuestion absorbe a nuestro juicio toda la política actual. Es la mas grave i digna de una séria discusion de todas las que pueden suscitarse en la época presente, i fuera una gran ventura para el pais el poder resolverla con acierto.

Por lo que hace a nosotros, el principio de no tocar al sistema de impuestos es tan temible por sus resultados en el desarrollo de la industria del pais, como el deseo de reformar las instituciones políticas es temible en cuanto a sus efectos sobre el órden i la tranquilidad pública.

La palabra reforma suena tambien a nuestros oidos desapasiblemente i nos hace estremecer cuando se aplica a aquellas leyes que forman el vínculo social, i que establecen las relaciones entre el pueblo i el Gobierno; cuando tiene por objeto sacudir las costumbres, i chocar con los hábitos nacionales, i en resúmen, siempre que tiende a satisfacer las ideas i necesidades de una minoria, sin consultar los sentimientos ni las pasiones de las masas. Pero cuando la reforma se traslada del campo de las pasiones al del cálculo, i del terreno de los fueros políticos al de la industria, entónces esta palabra reforma nos suena lo mismo que la de progreso, i nos anuncia que estamos en un pais tranquilo, i en una época de prosperidad.

Hai en verdad muchos lazos que ligan la industria a la política, i es cierto que por enriquecer a un pais i favorecer su desarrollo material, ponerse en situaciones difíciles; pero estas consecuencias sólo demuestran que han menester de habilidad i de tino los gobiernos hasta para hacer el bien, i que deben elejir épocas de calma i estar bien apoyados por la opinion para dar espansion a sus patrióticos sentimientos.

Nada hacen en efecto los directores de los pueblos que no pueda conducir a un mal; mas este no es un motivo para que se abstengan de hacer aquello que creen que es un bien. Tam

  1. Este artículo ha sido tomado de El Mercurio de Valparaiso del 25 de Noviembre de 1843, núm. 4628. —(Nota del Recopilador.)