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CÁMARA DE DIPUTADOS

poco deben esperar a no tener dificultad alguna por adelanto para obrar, porque nunca les llegará ese caso: su mision es de suyo árdua i difícil. Entre tanto, el no obrar, i el obrar a medias, socaban indifectiblemente el prestijio de un Gobierno, lo obligan a apoyarse, en la fuerza, i preparan con frecuencia una calamidad al pais.

Pero salgamos cuarto antes de las jeneralidades, i toquemos de cerca la cuestion.

Es indudable que la industria de Chile no crece en proporcion de la feracidad de su suelo, de la multiplicacion de sus habitantes i de la fuerza de desarrollo comun a todos los pueblos jóvenes. Echese la vista por todos nuestros campos, véanse los esfuerzos de nuestra agricultura, i compárense los frutos que ella da con los sudores que cuesta. Obsérvese este hecho solo: que el buen año es una especie de plaga para los labradores.

Largo seria mostrar una verdad de que estamos cansados de oír hablar a todo el mundo. Es un hecho incuestionable que la industria nacional está a medio desenvolverse, i se muestra esto mismo por el celo patriótico que despliegan muchos de nuestros hombres de estado en averiguar sus causas e intentar los remedios. No negamos que el pais progrese, ni pretendemos hacer creer que estamos en un estado de marasmo; no decimos que miéntras la Europa abarata i agolpa a nuestros puertos sus productos, nosotros no gozamos mas ni sentimos los efectos de tan poderoso impulso. Lo que pensamos es solamente, que la mayoría de la poblacion de Chile i la mayor parte de su territorio están sujetos a las leyes de un progreso lento.

Pero emítase si se quiere estas consideraciones siempre será cierto, porque lo es en todo pais del mundo, que en punto a mejoras, el fomento de la industria nacional debe ser la primera atencion del Gobierno, porque es lo que abraza igualmente a todos los pueblos de la nacion, i lo que da mas pingües resultados. Siempre será cierto que si Chile tiene anchas fuentes de riqueza es preciso abrirlas con preferencia a las que manan un raudal escaso; i que no debemos legar esta benéfica obra a la posteridad, puesto que nos hallamos en una época tan feliz, por el sosiego que reina en el pais, por el estado próspero de nuestro tesoro, i por la popularidad de la administracion, que tal vez no la tengan igual nuestros descendientes.

¿I cuál es el mayor fomento que puede darse a la produccion i a la riqueza de nuestro pais?

¿Serán los caminos i vias de comunicacion? Estos medios son en efecto poderosísimos, pero no son enteramente del resorte del Gobierno, sino del tiempo, i del mejoramiento jeneral del pais; ¿se piensa acaso que con emplear el Gobierno todos los años 100 o 200 mil pesos en vias de comunicacion, tendrá Chile nunca caminos, canales, correos i telégrafos? ¡Vana ilusion! Por nuestra parte no incomodaremos mucho al Gobierno pidiéndole estos beneficios; por una vez que le pidamos caminos, ciento le pediremos que quite trabas i deje obrar a la fuerza productriz, porque esto es mas de su resorte; i porque da resultados mas grandes e inmediatos.

Nosotros pediremos, ántes que todo, al Gobierno, que trate de abolir el estanco, de abolir el diezmo, i de abolir los derechos de esportacion. Le pediremos estas reformas que son esclusivamente de su resorte, ántes que caminos, ántes que aumentos de sueldos de empleados, ántes que el fomento del culto, ántes que la amortizacion de la deuda nacional, ántes que universidades i escuelas militares, i aun ántes que educacion primaria, que es cuanto se puede decir. 1.° porque todos los esfuerzos que puede hacer el Gobierno sobre estos puntos, son débiles, i sólo favorecen a una minoría de la nacion, miéntras que las otras medidas la favorecen en masa i en una ancha escala; 2.º porque estamos ciertos de que los caminos, la difusion de las luces i demas mejoras parciales será mas fácil promoverlas cuando el pais entero haya sido animado por las mejoras jenerales que tocan al corazon de la industria; i 3.º porque deshacer la injusticia manifiesta i la desigualdad chocante con que se le hace contribuir al pueblo al sostenimiento de las cargas públicas, debe ser el primero i el mas premioso de los deberes de un Gobierno.

Pensar que obrando a medias, i endosándolo todo al Poder Ejecutivo, hasta aquello para lo que no es el mas apto, que debe ser obra del desarrollo nacional, es correr tras de una sombra, i condenarse a un perpetuo lamento. Es obligar al Gobierno a que se consuma en esfuerzos impotentes i habituar al pueblo a una nulidad indefinida, es retardar sin motivo ni objeto, lo que tarde o temprano se ha de hacer necesariamente, i es en fin, desperdiciar esta hermosa época de paz i de sosiego en que nos hallamos, dando lugar a que las naciones que nos contemplan, i hastas nuestros mismos hijos nos hagan un cargo difícil de satisfacer.

¡Innovaciones! ¡Reformas! ¿I qué pais puede vivir sin innovaciones i reformas? Destárense estas palabras de lo que tienen de alarmante por los errores que hoi es moda atribuirles a causa de los abismos a que han precipitado a las repúblicas por un sinnúmero de causas; apliqúense al fomento de la industria, a un sistema de rentas que nadie defiende, que todos reprueban, en vez de aplicadas en servicio de una democracia prematura i apliquénse a un pais constituido en una época brillante, i a un Gobierno circunspecto i dígasenos entónces ¿qué queda de ellas, si no es el interes neto de toda la nacion, i los servicios inmensos que han prestado al mundo?

¡Innovaciones! ¡Reformas! Sí, innovaciones i reformas pedimos nosotros en el sistema de impuestos, porque no vemos motivo para que se