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SESION EN 9 DE AGOSTO DE 1844

nos por ahora, con rebatir con hechos los equivocados asertos de este señor Diputado.

Las circunstancias que acompañaron la polémica entre El Progreso i el ex redactor de El Mercurio, de que se quiere sacar tan gran partido para probar nuestra dependencia del poder, reconocen unas causas de oríjen mui diverso del que se les ha dado, i es aquí donde ya no tanto la falta de reparo ni de memoria, sino un exceso de preocupacion han conducido al señor Diputado una vez mas al error.

Veamos lo que ocurrió en Noviembre i Diciembre del año pasado en las famosas cuestiones de Reformas en la Hacienda i de Venezuela, i veamos si El Mercurio fué tímido en dar sus opiniones francamente i si las circunstancias de haber continuado el señor Piñero sosteniendo sus principios personalmente, cuando ya habia cesado de ser redactor, nació en lo mas mínimo de falta de valor en El Mercurio para combatir contra el sistema financiero seguido por la administracion.

El señor Toro ha olvidado que en Noviembre del año pasado aparecieron en los números 4,620 i 4,621 de este periódico en su parte editorial los largos artículos con el rublo "Reformas en el Departamento de Hacienda", que en efecto envolvian las mas sólidas, eficaces i benéficas que podian proponerse, pero tambien las mas contrarias al espíritu absolutamente conservador i estacionario de la administracion de Hacienda. El 2 de Diciembre se dió el artículo sobre "Venezuela", i en el mismo dia se separó de la redaccion el individuo que la servia. Al tiempo que esto pasaba, emprendía recien El Progreso la contestacion a los artículos sobre reformas en la Hacienda. El ex-redactor quiso entónces sostener las opiniones que ántes habia vertido, i en la parte editorial se colocó la carta que él dirijia, i que principiaba con las siguientes palabras que demuestran claramente su objeto:

"Nos parece mui justo, dice El Mercurio, dar cabida en la parte editorial a la siguiente correspondencia que nos dirije el ex-redactor de este periódico, respondiendo a la impugnacion hecha a sus últimos artículos. Ella nos dispensa de toda otra contestacion.

"Señor Editor de El Mercurio:

Aunque reconozco que ningun deber me obliga a sostener las ideas que he emitido al público como redactor de su diario, ni tenga tampoco interes alguno en hacerlo a no ser el que me inspira la reputacion del mismo periódico, no quisiera sin embargo que se piense que he legado al Mercurio una herencia de malos pleitos; un sentimiento de delicadeza me impele a aliviar al ménos la enojosa tarea que he dejado a mi sucesor. Con este objeto le propongo a Ud. los siguientes apuntamientos como una esplicacion de los antecedentes que he tenido en vista al escribir los artículos sobre crisis i reforma en el departamento de hacienda; asunto de un interes serio para el pais, i con cuyo motivo están todavía pendientes contra El Mercurio las fuertes acriminaciones que le ha hecho El Progreso.

Este periódico no ha impugnado las conclusiones ni los principios de El Mercurio en dichos artículos, i como lo ha dicho él mismo, sólo se ha propuesto escribir una fe de erratas. Yo entiendo sin embargo que a pesar de ser tan débil su objeto, lo ha desempeñado malamente i que su fe de erratas es mas bien una serie de quisquillas i de mayores errores que los que atribuye".

Véase pues cómo fué que el señor Piñero, despues de haber delegado a otras manos la redaccion de este diario, no quiso abandonar la defensa de opiniones que él juzgaba, como en efecto lo eran, sanas i populares, i entró voluntariamente en una contienda a que por otra parte era personalmente provocado por los contrarios, que le dirijian reproches e imputaciones que él personalmente no quiso dejar pasar. Véase cómo delante de esta sencilla relación de los hechos desaparece el fantasma que se querido levantar de circunstancias que nada tienen de estraordinario.

Mas adelante examinaremos otros puntos del discurso del señor Toro, puntos que por hoi dejamos pendientes.


Núm. 121 [1]

Vuelve a ponernos la pluma en las manos el discurso del señor Diputado Toro sobre la prensa nacional en la sesión del 9 del corriente, i protestamos que jamas nos ha ocupado tarea mas odiosa que la de impugnar opiniones vertidas en una hora menguada, por un hombre cuyos principios políticos respetamos, i cuyos sentimientos en la tribuna han merecido mas de una vez el elojio de la prensa. Empero el deber nos manda rechazar por segunda vez ataques bruscos, que, aunque injustos e inmerecidos, reciben cierta importancia viniendo de un Diputado del pueblo.

El señor Diputado, profesando mucho respeto a la prensa, dice en primer lugar que ésta no tiene mas amo que el que la sostiene. Distingamos, señor, i poniendo a un lado la palabra amo que figura mal en el discurso, diremos que todo partido que quiere hacer efectiva su influencia busca o se forma un órgano en la prensa; tambien es cierto que cada idea, cada interes social i político, o si se quiere cada partido tiene su órgano, su propalador, su defensor en la prensa, tiene su periódico; pero cómo i por qué regla de lójica se deduzca que el Gobierno por el nú

  1. Este artículo ha sido tomado de El Mercurio de Valparaiso del 30 de Agosto de 1844, número 4,905 —(Nota del Recopilador).