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Página:Sesiones de los Cuerpos Lejislativos de Chile - Tomo XXXIV (1844).djvu/342

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CÁMARA DE DIPUTADOS

Podria haber espresado tambien los motivos por qué habia sido suspendida la sesion.

Podria haber dicho que por haberse puesto el Diputado que hablaba a contar un cuento en lugar de dar razones.

No lo dije.

El señor Presidente, cuando suspendió la sesion fué porque no era decoroso a la Cámara, i así lo expuso cuando se dirijió a la barra.

Entre las atribuciones que el reglamento confiere al señor Presidente, está la de dirijir a su arbitrio las sesiones, i yo no sé cómo no se comprende, en esta facultad la de suspender esa sesion por el motivo espuesto. Esto es lo que ha hecho el señor Presidente, en uso de la facultad que la Cámara le ha conferido.

Sin embargo, no se crea que por un sentimiento de amor propio en conservar íntegra la redaccion del acta, dejaré de modificarla si la Cámara creyese que hai algo inexacto en ella. El voto de la Cámara será el que me obligue a reformarla; pero no basta que un señor Diputado diga que no es así. No es la primera ocasion, aunque podré lisonjearme de que no pasan de dos, en que he tenido que reformar el acta por pequeños olvidos; i del mismo modo estoi pronto a reformar la presente si la Cámara cree que hai algo ofensivo en ella.

El señor Palazuelos. —Pido la palabra nada mas que para leer el artículo 68 del reglamento i hacer una breve observacion. Dice así:

(Lo leyó.)

"Ya se han visto los casos en que el señor Presidente puede interrumpir a un Diputado; mas el Diputado que tenia la palabra no fué interrumpido; no se le notó falta alguna que diese lugar a ello, i de consiguiente no pudo interrumpirlo. Pero el hecho es que fué interrumpido, i que esto le fué ofensivo; la Cámara mui bien lo sabe. El señor Secretario acaba de decir que habria podido poner esto, esto otro; que la sesion habia llegado a hacerse risible i todos los acabados en ible, para decir que un mandarín asalariado encargado para redactar las actas de la Cámara puede constituirse en censor de un Diputado, i ponerle un parche en la frente. Quizas no ha visto claro el señor Diputado.

El Secretario. —Reclamo el órden. El señor Diputado sea mas medído en su lenguaje.

El señor Palazuelos. —¡Estoi hablando!

El señor Presidente. —Debe conservarse el respeto debido a la Cámara.

El señor Palazuelos. —En todos los cuerpos deliberantes se habla con mucha libertad. ¡No he de tener respeto! pero qué! ¿se me quiere enfrenar? ¿se me quiere poner una mordaza? De qué sirve ese artículo constitucional que asegura a los diputados la inviolabilidad en su asiento?

¿No hemos visto a Mr. Brugan entretener a las Cámaras francesas horas enteras con sus chistes i sus cuentos?

¿No hemos visto a un Caning en el Parlamento ingles, refiriendo el siguiente cuento...

El Secretario. —Al órden de la Sala no se puede contar cuentos.

El señor Palazuelos. —Si se puede, señor.

Varios Diputados de la derecha. —Si, se puede; si, se puede.

El señor Palazuelos. —¿Qué es esto? ¿Qué sistema de opresion es éste nacido de la mesa? ¿I las conversaciones que diariamente oímos i nos fastidiamos? ¡cuántas veces no he salido yo para que pare la conversacion en la mesa, porque no se puede escuchar al orador! ¡reclamo el órden!

¡¡¡Ah!!! No seguiré, señor. La Cámara está demasiado ilustrada en la historia contemporánea, en los usos de los parlamentos de Europa; en nuestros diarios vemos los insultos, las escenas escandalosas que pasan en estos cuerpos; i que pasan entre hombres dotados de grandes talentos i de gran interes por su pais. ¡I a un pobre hombre se le niega al derecho de poder hablar a su modo para servir a un pais adolorido, lacerado! ¡¡Oh!!... miserable! He dicho, señor.

El señor Presidente. —Se va a consultar a la Sala sobre la inexactitud del acta.

El Secretario. —Sobre si se reforma o no.

El señor Arteaga. —¿Deberá consultarse sobre tabla? Parece que deberá pasar a Comision para considerarse con detencion.

El caso es grave.

El Secretario. —Nunca se ha acostumbrado que las dudas ocurridas sobre el acta pasen a Comision.

El señor Arteaga. —Yo hago indicacion. Si se me admite, o no bien; quedará desechada.

El señor Presidente. —¿Se conforman los señores con esta indicacion? Unos dijeron que sí: otros, i esta fué la mayor parte, que nó.

El Secretario. —Como cuestion previa se va a consultar a la Sala sobre si se admite la indicacion del señor Arteaga.

El señor Arteaga. —Retiro mi indicacion; parece que la opinion de la Cámara se ha manifestado de una manera bastante clara.

El señor Donoso. —Yo lo hago desde luego, que se consulte si se debe pasar a comision.

El señor Lastarria. —Los artículos 51, 55 i 56 del reglamento piden que la Sala decida esto sobre tabla.

Se consultó a la Sala, i resultó que no debia pasar a comision por 32 votos contra 2.

El Secretario. —Se consultará si se aprueba o no este período del acta.

El señor Lazcano. —La proposicion debe ser: si está conforme o no.

El señor Arteaga. —Creo que se habia dicho antes: si se reformaba o no.

El Secretario. —¿Está conforme?

El señor Arteaga. —¿El señor Presidente manda que se fije esa proposicion?

El señor Presidente. —Es la decisiva.

El señor Arteaga. —Ah! mui bien; como al