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CÁMARA DE DIPUTADOS

puestos de personas que tienen esperiencia, envejecidos en el ejercicio, de una virtud calificada, conocen de esas causas. ¿Qué mayor garantía puede ofrecérseles? ¿conseguirán los individuos de esas provincias, aunque sea por medio de un pequeño mas gasto, el obtener seguramente justicia, el no verse injustamente despojados de su propiedad, el saber que en todo tiempo, en cualquiera circunstancia estarán asegurados su honor i su vida? ¿I deja de ser esta una ventaja mui preciosa? I en cambio de esto, ¿qué sucede estableciendo las Cortes en aquellas provincias? que cada una de ellas se ha creido con una independencia absoluta; que cada una de ellas ha conseguido hacerse depositario del poder judicial, porque aunque hai una Corte Suprema de Justicia, como esta solo por una incidencia conoce de algunas causas; como todavía no ha llegado el caso de que haya una superintendencia de los tribunales i como seria difícil que aun cuando existiese, pudiera ejercerse en todas las provincias, es claro que la suma del poder judicial vendría a quedar en las provincias en que estuviesen estas Cortes. ¿I qué resultaría de esto, señor? Primeramente estas Cortes deberán tener cerca de sí un gran número de letrados, i no se olvide la Cámara, de que yo no me he olvidado del silojismo que he querido formar. Primeramente, he sentado esta proposicion, todos los trabajos del país conspiran al establecimiento de la paz en el interes de la unidad nacional: es así (voi a proceder esta noche con mucha circunspeccion) que las Cortes de Apelaciones destruyen esta unidad; luego son contrarias a la Constitucion, nos arrebatan el beneficio de todos los trabajos anteriores. Este es el silojismo, me parece que es bien clarito.

Bien señor; ya se encuentran estas Cortes con la suma del poder judicial: primer robo, diré así; que se hace al poder judicial. Esto puede ser duro talvez para algunas partes de la República; pero si hoi lloran, mañana nos bendecirán.

Estas Cortes atraerán un gran número de letrados i de tinterillos i de otra multitud de yerbas literarias que sólo pueden vivir en la carrera del foro i ya tendremos formada en cada una de las capitales de provincia una nube de jente de letras que por mui respetables que sean, i me honro de calificar como merecen a los jóvenes que cultivan la carrera del foro en mi pais, ya han dado repetidas muestras de honor, para que se crea que yo cometo la injusticia en las palabras que voi a derramar sobre la clase de hombres del foro: hablo de esta clase en jeneral, en la que forman escepciones los hombres de honor i de instruccion. Dejaré a un lado lo que ha dicho un americano; no diré tampoco lo que nuestros padres han dicho.

Entre las cosas que el sensato Bernardo Díaz del Castillo refiere de las peticiones que hacia al Rei, le dice a S.M. que nos libre de jentes de letras, para que no hagan introducir en los pueblos sencillos la desunion entre los hombres. Estas son las propensiones comunes de esa clase; pero tambien hai algunas escepciones i yo me creo una de ellas, parque cada cual es propenso a favorecerse.

Pero, señor, ese gran número de aspirantes, léjos de nosotros, sin alimentos para poder vivir de esta carrera ¿qué harán? ¿no serán ellos los promovedores, los ajentes de las pasiones que nazcan en esas provincias? ¿Qué servicios les habremos hecho con haber llevado este gran cardúmen que introducen en los ciudadanos las desaveniencias i discordias? ¿I será posible que en esto vayamos a convertir el sosiego de las provincias en cambio del pequeño costo con que en el dia concluyen sus pleitos?

¿Serán talvez estos mismos abogados los censores de los tribunales? I si estos tribunales se opusiesen a la obediencia del jefe de la provincia, cosa que si no sucede hoi sucederá mas tarde, pues me lo hace tener el estado de nuestras costumbres, ¿no seria este un mal mas lamentable? El Gobierno se lamenta en el día de la falta de hombres que puedan desempeñar las Intendencias de las provincias. I si estos jefes se combinasen con los tribunales para dar la última mano a la desgracia de esos pueblos, ¿no seria muí lamentable su suerte? Mal que mal, hoi el Tribunal de Cuentas juzga en las causas de hacienda i se desempeña con probidad i con talento en la aplicacion de la justicia i de la lei. ¿Qué no podrán hacer los grandes atractivos que produce la distancia i los que ofrecen estos pueblos por sí mismos, para poder enriquecerse a poca costa? ¿En nuestros dias, no se habla de algunos particulares que hacen grandes negocios, i sus enemigos dicen que están de acuerdo con los jueces? Pero esto, sea lo que sea, lo ve la Lejislatura, i no puede poner el remedio; i ¿qué remedio se podrá poner, cuando el lugar mismo les ofrece los recursos bastantes para ocultar las operaciones de los empleados?

Digo, pues, señor, que no habiendo una necesidad; que a mas de eso, siendo evidentemente pernocioso dar la menor herida a la Constitucion del pais; i a mas de eso, siendo una evidente inconsecuencía desperdiciar uno de los mayores sacrificios que han hecho nuestros mayores en favor del progreso i cultura de nuestra patria, nos esponemos mucho, por lo ménos, con el establecimiento de estos tribunales; esta es la consecuencia que me parece mas razonable; nos esponemos, concediendo a las provincias la suma del poder judicial con que vamos a investirlas; i sobre todo, haciendo etensiva esta gracia a muchas a quienes, por ningun respecto les conviene: hablo de las provincias de Valdivia i Chiloé, para quienes no es de ninguna manera probada la conveniencia, i es evidente que seria perjudi