es dejar las cosas en el mismo estado en que se encuentran, porque la excesiva severidad conduce tambien a la impunidad. Desde el dia que veamos a un hombre honrado confundido en la cárcel con todos los criminales, se da motivo suficiente para creerlo tambien criminal, i desde que esta lei se sancionase, se presentarian muchos casos de esta naturaleza.
La accion, pues, de encarcelar a un hombre lo hace aparecer con el carácter de criminal, i esto por sí mismo en una pena tanto mas grave cuanto que recae sobre su crédito, que es de lo que vive.
Quiebra un comerciante, señor; se forma un proceso a presencia del fiscal; éste lo examina, indaga las causas que hayan motivado su quiebra, i en virtud de estos procedimientos se le declara delincuente, o al contrario. Pero, ¿porqué principiar por donde debe concluirse? ¿Se teme que se fugue el fallido? En ese caso lo haria ántes de presentarse en quiebra, o ántes de formársele concurso. No se trata, pues, de evitar la fuga; se trata de presentar a este hombre ante la sociedad con un carácter odioso que no habrá merecido. Por esto es que la lei va a conducir a resultados mui funestos.
El señor ▼Presidente. — Tiene la palabra el señor Lastarria, que la habia pedido al mismo tiempo que el señor ▼Montt.
El señor ▼Lastarria. — Era mas o ménos, señor, para esponer que el autor de la mocion ha discurrido de una manera que ataca su propio proyecto: ha preguntado ¿qué inconveniente habria en que un comerciante se vindicara de las sospechas que puede sujerir con el acto de su falencia?
Esto es cosa diferente de lo que se propone en el proyecto, porque el artículo primero, que discutimos, declara fraudulenta a priori toda falencia i decreta la prision de todo fallido, esto es mui diverso, como se ve a primera vista, de lo que espone el señor Diputado, autor de la mocion para defenderla. Con todo, omitiré dilucidar esta materia tal como lo habia yo concebido, ya que el señor Diputado que acaba de hablar se ha fijado precisamente en el mismo punto, anunciando que presentará una modificacion del proyecto con el fin de exijir a los fallidos que justifiquen los motivos de su quiebra sin necesidad de recurrir a las severas i aun crueles medidas que se proponen en el artículo que consideramos.
Pero no concluiré sin espresar que me habria sido sensible que la ▼Cámara hubiera votado este artículo dominada por la impresion del apasionado discurso que acabamos de oir al señor Diputado por Castro. El argumento capital que este señor ha presentado, se puede traducir de esta manera: "el chileno es de un carácter eminentemente apático, es excesivamente poltron i amigo de su comodidad; luego es necesario tapar, obstruir con tiempo el único canal por donde principia a desbordarse su actividad— la industria mercantil— por consiguiente, es necesario aprobar el proyecto en discusion".
Tal es, señores, lo que acabamos de oir: no creo preciso demorarme a refutar este error. Si para sostener el proyecto se necesita recurrir a tales argumentos, no perdamos mas tiempo; desechémoslo i habremos hecho algo bueno. Permítame la Cámara todavía una palabra: quiero decir que cuando se discurre sobre el carácter nacional no es posible dejar de cometer estos errores; el carácter de Chile es, en mi concepto, como en el de cualquiera que se fije en la fisiolojía de un pueblo nuevo, lo que es el carácter de un niño de 4 años: lineamientos vagos, rasgos indefinidos, que en ningun caso pueden suministrarle al lejislador luz alguna para proceder.
Sirva de ejemplo lo que se acaba de decir sobre que nuestro carácter bondadoso i apacible hace que los acreedores se retraigan comunmente de perseguir con la severidad que debieran a los deudores fraudulentos: ¿no es verdad que todos sentimos que esto es muí falso? Esa bondad que se nos atribuye no la tenemos: los acreedores no dejan de perseguir a sus deudores por jenerosidad. Cuando dejan de perseguirlos es porque no está en sus intereses el hacerlo porque no quieren incomodarse, porque no quieren gravarse con gastos superfluos, porque, en fin, nada sacarian de poner en los carros al que no puede darles dinero; esta es la verdad, señores, i esto es egoismo i no bondad.
Por fin, se ha dicho que esta leí salvará al comercio de la concurrencia de hombres sin responsabilidad i sin honor, i lo cierto es que sucederá al contrario, porque el hombre honrado se apartará de una industria cuyos menores azares van a poner en conflicto su crédito i a producir una desgracia, i sólo se harán comerciantes los que tengan bastante sangre fria para arrostrar esos peligros, i aquellos que pueden contar con bastante resolucion para fugarse i burlar a sus acreedores en el momento que se quiera sujetarlos a esta lei. He dicho.
Despues de esto se continuó la segunda discusion del artículo 13 del Proyecto de Estadística suspenso en la sesion anterior, en cuyo artículo se trata de la asignacion de sueldos a los empleados de la nueva oficina.
El señor ▼Irarrázaval. — (Presidente de la Cámara). Al concluir la sesion anterior dije que tenia que hacer algunas reflexiones sobre el artículo que se acaba de poner en discusion: voi, pues, a someterlas al ilustrado juicio de la Cámara. De todas las modificaciones que la de Senadores tuvo a bien hacer en el proyecto de que nos ocupamos, a ninguna he dado mas importancia que a la reduccion de los sueldos propuestos ordinariamente por el ▼Gobierno para los empleados de la ▼oficina de Estadística, que se trata de establecer: semejante reduccion, a mi