Lamentaréis, sin duda, que el concurrir con vosotros al primer acto de la representación nacional, no hubiese tocado al digno jefe, cuya prudente i vigorosa administración tuvo tanta parte ;n este feliz resultado. Por el fallecimiento del Vice-Presidente don J.T. Ovalle, i por la ausencia del benemérito jeneral, a quien la Nación entera acaba de dar el mas glorioso testimonio de su confianza, ha recaído en mí la Suprema Majístratura ejecutiva; ¡ apénas es necesario deciros que la certidumbre de trasladarle bien presto a otras manos, es lo único que ha podido alentarme a aceptar un encargo tan desproporcionado a mis fuerzas.
En a esposicíon que voí a haceros, la situación política de la República en sí misma i respecto de los demás Estados, es lo primero a que debo dirijir vuestra vida. El espectáculo consolador de la unanimidad de las provincias i de todas las clases de ciudadanos, ha sucedido a los horrores de la discordia. Una guerra civil, terminada sin ejecuciones sangrientas, sin las listas de proscripción qre han afeado en todas partes el desenlace de las convulsiones políticas, es un fenómeno de que rara vez se ha visto otro ejemplo.
Para robustecer el Estado, que bajo el débil amparo de nuestro sistema de juicios, hubiera sido ultrajado impunemente i talvez desquiciado de nusvo, el Ejecutivo invocó el ausilio déla lejislatura provisoria compuesta de Plenipoten- ciarios de las provincias, i solicitó que se le revistiese de facultades estraordinarias, remedio que, en circunstancias de menos peligro, han apelado Gobiernos sabios que han dado el modelo de las instituciones libres, i no se hallaban como el nuestro en la debilidad de la infancia. Armado de este poder, el Ejecutivo lo ha empleado con una repugnancia estrema. A la espulsion temporal de un corto número de personas, como medida defensiva mas bien que penal, ha ceñido el uso que ha hecho de sus facultades; i nada desea tanto como descargarse de la delicada responsabilidad que éstas le imponen, sin comprometer otra responsabilidad aun mas grave i sagrada, que es la da la seguridad i órden públicos.
No es la independencia el único bien que hemos conquistado hasta ahora. La opinion públicos primera garantía de las instituciones libres, í sin la cual todas las otras son vanas, hace sentir mas i mas su influencia; el amor de la libeitad echa hondas raices en los corazones chilenos; sus bienes reales empiezan a conocerse i a apreciarse; i el mejor agüero de su estabilidad es que vemos con un saludable terror los principios a que conduce la licencia, i a cuya márjen se ha visto ya mas de una vez nuestra patria. En l is relaciones con las potencias estranjeras, imparcialidad i justicia son los principios a que el Ejecutivo ha procurado constantemente arreglar su conducta.
Incapaz de la pretensión insensata de dirijir la marcha política de sus vecinos, i tan atento a respetar los derechos de los otros pueblos, como celoso en los suyos propios, Chile cultiva con todas las nuevas naciones americanas una paz fraternal, i en las disensiones que desgraciadamente las ajitan, observa una neutralidad rigorosa.
El Ejecutivo participa de la dolorosa simpatía con que todos los ciudadanos contemplan el estado actual de las provincias arjentinas, a cuyos jenerosos esfuerzos en la causa de la independencia debe tanto la América, i en particular nuestra patria. Inspirado por la humanidad i por el ínteres doméstico que tenemos en la restauración de la paz interior en unos pueblos, con quienes nos ligan tan estrechos lazos de vecindad i comercio, propuso a sus Gobiernos un plan de mediación, encaminado a prevenir las hostilidades que ya amagaban entre ios dos partidos, i a facilitar un avenimiento durable. Siento deciros que los estados litorales encontraron obstáculos para la admisión del plan propuesto, i que los recientes sucesos de que aquel desgraciado pais ha sido teatro, alejan toda esperanza de conciliación.
Bolivia solicitó la mediación de Chile para el amigable ajuste de sus diferencias con el Perú, i las bases sobre que aquel Gobierno se manifestaba dispuesto a tratar, parecieron tan moderadas i justas, que el Ejecutivo no pudo menos de ofrecer gustoso sus buenos oficios para el restablecimiento de la mutua confianza.
Tenemos entablada con el Gobierno del Perú la egociación de un tratado de comercio sobre la base de recíprocas i equivalentes ventajas a las principales producciones de este i aquel suelo. Lo moderado de los términos que proponemos, i la protección que aseguran a la gricultura de ámbos paises, hace probable que no se hallará dificultad en aceptarlos.
El nuevo Enviado de los Estados Unidos de América nos ha dado un lisonjero testimonio de los sentimientos de aquella ilustrada i poderosa República, i de sus deseos de estrechar mas i mas los vínculos que dichosamente nos unen con ella. Nuestro Ministro Plenipotenciario cerca de aquellos Estados, ha dejado las playas de la federación americana, i en su regreso a Chile, ha pasado por Méjico," donde se ha detenido algún tiempo con el objeto de promover los intereses del comercio chileno i de la causa jeneral de los nuevos Estados.
Tendiendo la vista mas allá del Atlántico, no puedo menos de llamar vuestra atención al grandioso espectáculo que presenta actualmente la Europa, donde despues de una breve tregua, ha comenzado con nuevo ardor la lucha entre las antiguas instituciones i el espíritu moderno de reforma i libertad popular. Los progresos de la razón humana i la esperiencia de los descarríos funestos a que conduce la exajeracion de ciertos principios, nos alientan a esperar que el éxito de contienda, la mas importante de que jamas esta contienda, la mas importante de que jamas