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CÁMARA DE DIPUTADOS

a todos los demás pueblos de indios que se hallen en igual caso al de Llopeo."

Discutida igualmente la solicitud de Pablo Leal, se declaró que pertenecia a la Cámara su conocimiento; i pasó a la Comision Militar.

El secretario dió cuenta de haber cumplido tres faltas los señores González, Manterola, Ortúzar i Ovalle, i se mandaron publicar conforme al Reglamento, levantándose, en este estado, la sesión. —Vial. —Vial, diputado-secretario.



ANEXOS

Núm. 521

Parece a las Comisiones de Justicia i Guerra, que, habiéndose declarado a petición de doña Margarita Fernández, haber lugar a la formacion de causa al ex-Presidente don Francisco Ramón Vicuña, la acusacion ante el Senado debe fundarse en el mérito de los documentos del espediente, pidiéndose el Ínteres civil de la accion entablada por la viuda de don Pedro Rojas, i las penas, que según las leyes correspondan para satisfacción de la vindicta pública. —Santiago, Julio 30 de 1832. —Gabriel José de Tocornal. —Fernando Márquez de la Plata. —P. García de la Huerta. —Agustín López. —Manuel Carvallo.



Núm. 522

La Comision de Justicia dice, que la acusacion que ha de formalizarse ante el Senado contra el ex-Director don Ramon Freire, ha de ser motivada en el abuso de autoridad; acusándole a la responsabilidad e indemnización de daños i perjuicios que ocasionó al doctor don Gaspar Marin, i sin olvidarse de la satisfacción pública que el caso exije conforme a las leyes. —Santiago, Julio 30 de 1832. —Gabriel José de Tocornal. —R. V. Valdivieso Zañartu.



Núm. 523

Las Comisiones de Educación i Eclesiástica, al examinar la mocion presentada para la separacion del Seminario i su reforma, han creído que por su importancia demandaba la atención particular de la Cámara. El sacerdocio, ya sea por el objeto relijioso a que se dirije, ya por los intereses sociales que promueve, ya finalmente por las calidades personales que requiere, debe prepararse con una educación esmerada i privativa.

La relijion confia al sacerdote el depósito sagrado de su celestial doctrina i la administracion de las cosas santas, i la sociedad se hace el órgano por donde se difunden en la masa del pueblo las máximas de moralidad i civismo que forman las costumbres públicas i sirven de apoyo seguro a las buenas instituciones. El ejerce, al mismo tiempo, un poderoso influjo en la paz doméstica i estrecha de un modo que le es propio i privativo las relaciones sociales.

La profesion sacerdotal es la que entre todas exije mas virtudes, un sacrificio heroico de las pasiones i gustos i cuyos estravíos morales son de la mas fatal trascendencia, es toda del corazon i, por lo mismo, es preciso formarlo desde la edad temprana porque solo los hábitos que entónces se adquieren, pueden mantener con vigor el celo desinteresado que debe caracterizar a los que a ella se dediquen.

Por otra parte, el progreso de las luces i el buen gusto difundido entre todas las clases de la sociedad, han hecho ya necesarias ciertas calidades científicas para que sean fructuosas las instrucciones morales de los ministros del culto.

Ellas no se adquieren sino a costa de estudio i dedicación. El sacerdote no encuentra estímulos temporales i solo se resuelve a abrazar este ministerio delicado por un premio futuro, que no es el mejor atractivo de la multitud, por esta razon siempre debe ser mui corto su número i es necesario no malograr la educación de uno solo.

Verdades son éstas que no se ocultan a la penetración de la Sala, pero lo es mas que los institutos científicos no pueden llenar tan importantes objetos. Las ciencias eclesiásticas piden por si una contracción esclusiva que no debe interrumpirse por otras atenciones incoherentes. La historia de la Iglesia i sus controversias, los libros santos, su meditación e intelijencia; la teolojía, los cánones, liturjia i la práctica del ministerio parroquial son ramos de enseñanza que requieren un establecimiento peculiar para cultivarse con provecho.

Aun es mas difícil mantener el espíritu de recojimiento, abnegación i retiro que forman el fondo del ministerio sacerdotal en los institutos erijidos para la educacion jeneral de todas las clases de la sociedad. Un corazon tierno e inesperto, por buenas disposiciones que tenga para el sacerdocio, no es difícil ceda a la novedad i se inquiete con el ejemplo de la multitud disipada con proyectos brillantes i aparatos mundanos. Seria imprudencia perjudicial dar al majistrado, al comerciante i al padre de familia una educacion monacal, pero es temeridad juzgar que juntos con éstos i con las mismas prácticas se formen buenos eclesiásticos. La esperiencia nos ha resuelto éste que ántes podia considerarse problema, cuasi no se ha formado uno solo desde sus primeros estudios en los institutos durante los trece años que han permanecido unidos a ellos los seminarios. Allí la enseñanza de la teolojía es el único vestijio que se conserva de la institución conciliar, i para que los seminaristas se dediquen a ella es necesario las mas veces violentar su voluntad por el desprecio con que