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CONGRESO NACIONAL

mera lectura; otra del señor Infante para que se quiten los diezmos, subrogándose, en su lugar, la décima paite de la contribución directa que va a imponerse. Se tuvo también por primera lectura, i tres mociones mas del mismo señor diputado, relativa a varios objetos; también por primera vez.

El señor Infante. —Sobre la mocion, acerca de los diezmos, hago presente al Congreso que el dia lunes es el remate, i que, si se espera el informe de la comision respectiva, tardará algunos dias i ya no tendrá lugar la mocion porque ya deberá haberse hecho el remate. Los diezmos gravan a los pueblos en mucho mas de lo que percibe el Erario, i si nos vemos en la necesidad de gravarlos, ¿cómo hemos de permitir que eroguen mas de un millón, para que su mayor parte la aprovechen las manos intermediarias? Por esto creo que, para que pueda tener efecto la mocion, se suspenda el remate miéntras que la comision respectiva informa sobre ella.

El señor Argomedo. —Tampoco hai un embarazo respecto de los subastadores. Antes se hacían los remates en el mes de Marzo, i ahora, el 7 de Enero. A mas de que es niui fácil resolverse sobre la suspensión de los diezmos, me parece mui urjente, según lo que ha dicho el señor preopinante. Creo, pues, que primeramente se puede votar si es de tal urjencia, i despues, votamos sobre lo que sea necesario votar.

El señor Laso. —Este asunto, señor, no es urjente. Lo fundaré, porque en primer lugar, no se sabe si ha de haber contribución directa; en segundo lugar, si no se ponen en remate recibirá el Estado un perjuicio. Si quince dias o mas se retarda el remate de los diezmos, queda quince dias sin recibir nada. A mas de eso, si el Gobierno tiene hipotecada alguna cantidad de los diezmos, privándole de ellos, quedará en un descubierto.

El señor Argomedo. —Se ha equivocado el señor preopinante. Los diezmos no se pagan según el tiempo en que se rematan, sino despues del año i si es que no hai perjuicio ninguno en esa parte. Se ha equivocado también cuando ha dicho que se va a perjudicar el Gobierno en la demora del remate, porque siempre pagarán el diezmo de todo el año. Yo no esperaré ni espero jamas, que un país como éste sea capaz de dar un paso tan jigante cuando ha estado acostumbrado al diezmo; así, es necesario que ántes que nos envolvamos en esta cuestión, se declare la urjencia de ella.

El señor Eyzaguirre. —Yo no hallo ningún inconveniente para que se declare la urjencia; pero la mayor parte de los subastadores están aquí esperando el remate, i si se suspende, unos se irán i otros quedarán sufriendo el perjuicio de estir en la capital. Yo hallo un gran inconveniente en esto.

El señor González. —La urjencia no consiste en entrar en el asunto principal sino declarar que es urjente la suspensión de los diezmos. Si ahora entramos en las tres lecturas i despues en las tres discusiones, pudiendo no ser conveniente la suspensión, se trabajaría en valde i perderíamos el tiempo; pero si el Congreso lo hallase por conveniente, ya no tendría lugar el perjuicio que se supone.

El señor Infante. —El señor Eyzaguirre ha hecho presente que hai algunos individuos que han venido a la subasta i que podrían perjudicarse si se suspendía. Señor, cuando se trata de asuntos públicos debe posponerse todo asunto particular; para suspender el remate no debemos atender a que se puedan perjudicar cuarenta o cincuenta individuos.

Se pidió votacion para esta proposicion: ¿Es urjente o no la proposicion del señor Infante? Resultó de la votacion que sí.

El señor Infante. —Yo he hecho observaciones sobre lo que dijo el señor Eyzaguirre, porque el perjuicio que espone es individual i no por consideraciones a estos individuos se ha de causar un perjuicio al Erario i a la Nación, de medio millón de pesos.

Si se declara que sigan los diezmos, no será un perjuicio tan grande el que reciban estos individuos, en los pocos dias que necesita para discutir el proyecto. El señor Eyzaguirre puede escrupulizarse porque se quiten los diezmos, pero se dice en el proyecto que la décima parte de la contribución directa puede subrogarse en lugar del diezmo i con esto se salva cualquier escrúpulo. El diezmo se viene a recaudar en dos años i la contribución en seis meses si se quiere. La contribución directa puede tener la cualidad de que se pague por trimestres o cuatrimestres adelantándola o si no cuando se cumpla el término, sobre todo si esto no es mas que una mera suspensión, ínterin se decide este asunto, no hai necesidad de muchas discusiones. Cuando entremos en el fondo de la cuestión se tratará de sus defectos o su utilidad; pero por ahora la suspensión es urjentísima.

El señor Gandarillas. —Opinó en contra del proyecto, fundándose en que no podia establecer de pronto el sistema de contribuciones.

El señor Albano. —Nada estraño que el señor preopinante se oponga al proyecto de la suspensión de diezmos, como un paso preliminar del gran sistema que ocupa a las naciones civilizadas i que echará por tierra la rutina de nuestros mayores. Dije que no era estraño, porque no es difícil que entre dos humanos se den pasos a tnedia o se opongan en su carrera. No hallo, señor, ningún inconveniente para plantear desde este mismo instante i fundar sobre bases fijas la riqueza nacional, en mi concepto es suficiente para establecerla una medianísima contribución, en mi concepto no son tan insuperables los obstáculos que se proponen.

Con respecto a los alcabaleros, debo decir que atacan continuamente la propiedad del ciudadano i que éste se halla en la precisión, las mas