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SESION DE 25 DE ENERO DE 1825

directa i el del señor Cordovez sobre la habilitacion de los puertos menores.


Se abrió con 36 diputados.

Leida el acta de la sesion del 21, el señor Argomedo pidió la palabra i dijo: me parece conveniente que se ponga en el acta que la segunda proposicion sobre autorizacion al Ejecutivo fué aprobada por unanimidad. Añadido esto, quedó aprobada i se rubricó por el señor Campino, cuya presidencia cesó el dia 22.

Se leyó el acta de la sesion estraordinaria del 22, la que, despues de algunas cortas observaciones, quedó aprobada i rubricada por el señor Presidente.

El señor Presidente. —Me ha parecido de mi obligacion el hacer presente a la Sala los reclamos i quejas mui fundadas de varios diputados, que me han espuesto que se les hace perder sus quehaceres con la asistencia continua al Congreso. Desgraciadamente se ha notado que, por haber faltado un solo individuo, ha dejado de haber sesion en dos dias. Esto se atribuye a los defectos del reglamento. La marcha del Congreso es mui lenta, los asuntos se agravan mas i mas i así, si la Sala, en virtud de sus facultades que tiene de derogar aquellos capítulos del reglamento que halle por conveniente, no remedia, creo que el Congreso perderá toda su opinion. Yo no hallo otro remedio que el reducir el número de la Sala, ella puede determinar el número que sea suficiente. Si algunos hallan inconvenientes, pueden decirlos para satisfaccion de los mismos señores que me han encargado esta consulta. Parece, en mi concepto, imposible la hora que se ha determinado para las sesiones por lo mui incómoda. Por esperar que se junten los dos tercios, nos llevamos las mas veces hasta las once i doce del dia i algunas veces nos retiramos sin haber hecho nada, por no haberse llenado el número. Yo creo que la Sala debe tratar de reformar este artículo, si quiere hacer algo.

El señor Lazo. —Ya se ha anunciado otras veces los males que se han tocado en el Congreso pasado por el corto número con que se abrian las sesiones, i ahora sucedería lo mismo aunque solo se disminuyesen dos o tres; pero me parece que, abriendo las sesiones a otra hora, podria conseguirse mas asistencia. La noche es mui desocupada, hasta ahora no se ha tocado este medio, solo una vez en que no asistieron, pero puede ser que, con este medio, vengan los diputados sin falta i ojalá no faltara ninguno.

El señor Elizalde. —Yo creo que todos i cada uno de los representantes debe interesarse en la mas pronta resolucion de los negocios; pero debemos remover los obstáculos que impiden la asistencia de los representantes.

Una de las cosas con que se ha tocado al Congreso pasado ha sido que muchas veces se dictaban leyes con solo veinte i tantos diputados. Si nosotros cuando aquí en esta misma Sala que hemos atacado esa conducta la adoptamos, despues nos echarán en cara esto mismo otras lejislaturas. Señor, yo creo que, variando la hora de noche, como ha dicho otro señor, las faltas en los diputados no serán tan comunes.

Si se anula este artículo i no se determina un número fijo para que se abran las sesiones, muchos dejarán de asistir confiados en que no eran necesarios i ahora quizá porque no deje de haber una sesion por falta de ellos asisten muchos señores. Yo, por mi parte, deseo que se abrevien cuanto sea posible los trabajos del Congreso; pero ya digo que no quiero caer en el inconveniente de la otra lejislacion; si hemos de dictar leyes con un corto número, cuando en dias pasados por esto mismo se ha atacado la conducta del Congreso anterior, ya digo, pues, que es fácil remediarse este inconveniente, variando la hora de la mañana (que es la hora mas análoga para los trabajos personales) en la noche, que aunque regularmente se dedica al descanso pero podrían hacer los señores un sacrificio.

Yo no dejo de conocer, efectivamente, que este número fijo nos impide las operaciones; esto lo estamos tocando todos los dias, pero si se me salva el inconveniente anteriormente espuesto, i es que se diga que este Congreso ha vituperado la conducta del anterior por el corto número con que se deliberaba i despues ha seguido este mismo ejemplo.

Si variada la hora se puede conseguir el no caer en este inconveniente, es mejor. Si no se consigue, podemos variar el número, pero siempre determinando un número fijo, como 30 o 28.

El señor González. —Estoi picado de envidia al ver que mucho mas se ha hecho en Buenos Aires en pocos dias que aquí en dos meses. Efectivamente, no solo no se hace nada cuando no vienen los diputados, sino que, cuando hai sesiones, tampoco se hace nada. Me parece, señor, que el mal éste no es defecto del reglamento sino de la falta de espíritu público en los representantes. Cuando se ha intentado abrir sesiones de noche, hemos tenido que retirarnos por la falta de muchos señores. Así este medio lo considero inútil. Yo creo que mejor seria que la Sala reconviniese a los diputados a que asistan, los que no quieran asistir, que se retiren llanamente, pero que devuelvan sus poderes al pueblo que los elijió.

El señor Presidente. —Señor, me parece que no nos debemos embarazar en cosas tan palpables, un sufrajio de la Sala nos satisfará a todos.

Es verdad que ojalá las leyes se hicieran con la plenitud, pero si los diputados no quieren admitir, ¿qué haremos? subi imputent. Podrían quejarse las provincias si no hacíamos nada por esperar a que asistan los dos tercios. Ya ha dicho sábiamente un señor que el Congreso representa a la Nacion de mancomun et insolidum. Basta en los tribunales de justicia uno suprame dictatem i allí se decide sobre la vida de un ciu