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CONGRESO NACIONAL

guido; hablo de Buenos Aires a quien se cita como el modelo del órden i del liberalismo. ¿No fué Buenos Aires el que quizo traicionar a toda la América, queriendo poner en su seno una corona? ¿no es la que intrigó hasta con el Gobierno del Brasil para conseguir sus proyectos? ¿Qué Gobierno mas árbitro que el del principio de don Martin Rodríguez? Cuando en esa Junta de Representantes, en que se llamó al cura Agüero, se presentó una mocion del Ejecutivo, i porque se dijo que no se obedecía quiso acabar con la Junta de Representantes; entónces vino el señor Rivadavia i dijo: «Si el gobierno quiere destruir la Junta o la Sala de Representantes él será destruido primero. Eran 12 los diputados; se aumentaron a 30 o 40. Este es el caso que hemos de buscar; no degrademos al país; nosotros no tenemos carácter i de esto depende todo; queremos seguir ejemplos de otras naciones i sus modales, i jamas conservamos unos mismos. Tienen tambien los porteños su carácter nacional, tienen una gran virtud, hasta en el modo de plantarse tienen su aire particular. I nosotros ¿por qué no tenernos nada de esto? Porque privamos de decir: Yo estoi al modo de Francia, yo estoi a la inglesa.

He oido a un señor representante que este pueblo no necesita mas que 8 dias para organizarse i el señor diputado debe olvidar que este cuerpo tiene unos volúmenes mui gordos que correjir en el ramo judicial i en todos los demas, ¿i nosotros nos retiramos cuando nada hemos hecho, cuando las mociones de mas importancia están para decidirse i cuando en ellas consiste la reforma del país?

Ese señor diputado que ha dicho que se haga un reglamento, debe advertir que es imposible que en un pequeño reglamento se organice un país que en ninguno de sus ramos tiene el menor órden.

Dicen tambien que, reduciendo el Congreso a ese corto número de diputados, se hará mucho; que adelantará el país; pero, señor, si hemos visto que los señores diputados, yo el primero, nos eximimos en trabajar siendo tantos, ¿qué harán los pocos? ¿Cuál es esa lei de garantías que se ha presentado a la Sala? Si estando en la vergüenza de mirar por sí, el Congreso marcha con tanta lentitud ¿qué hará la comision? ¿De qué sirve, sobre todo, la libertad si hemos de estar sujetos al capricho de un solo hombré? ¿De qué sirve esta libertad que nos ha costado tanta sangre? Yo procedo de buena fe; yo no soi traidor; pero es un cierto modo de traicionar a la Patria; al ménos yo lo creo una traicion infernal. Yo no convendré jamas con esa conducta; es peor todavia que si se dijese «Disuélvase la sociedad; cada uno defiéndase como pueda i haga su dilijencia.» No es así, señor. Se me hace una violencia; se me pone preso; reclamo a la Comision, i dice. «Yo no tengo la culpa, el Poder Ejecutivo es quien la tiene.» Voi al Poder Ejecutivo i, me dice que la Comision tiene la culpa, i al fin, cansado i despechado ya, tendría que ahorcarme. ¿Qué haremos, señores, para oponernos a esta medida tan irracional? Pero yo suplico a los señores, que tomen la palabra, a los señores Elizondo, Montt, Eyzaguirre, Infante i Palazuelos que no dejen de hacer lo posible para oponerse a ella. Pido tambien a los señores que han suscrito la mocion que si se han convencido en su interior de lo contrario, francamente lo digan, porque no hai mayor gloria que vencerse. Yo lo creo así, señor, i sé que el pueblo de Santiago es el mas interesado en su Congreso i que correrá la misma suerte que Santiago. (Palmoteo en la barra i vivas al Congreso i a Rodríguez.)

El señor Presidente suspendió la sesion para descansar, a la una i cuarto; despues de media hora volvió a continuar la sesion.

El señor Barros. —Parece, señor, que el asunto es demasiado importante i lo dicen las discusiones. Yo me glorío de haber oido tan bellos sentimientos por una i otra parte, pero creo que desde el principio hemos vacilado en una equivocacion. Yo oigo combatir que es inútil la disolucion del Congreso. Es una verdad, pero desde el principio he asentado que mi opinion no es su disolucion sino su reduccion a un menor número. Queda un cuerpo que continúa ejerciendo las mismas facultades del Congreso. ¿Que reducirlo a un menor número es disolverlo? Si se arguye que esos cuerpos numerosos han sido siempre útiles, el Congreso anterior nos presenta lo contrario, es así que no debemos traer estos ejemplos. Despues que él estableció un órden ¿quién lo deshizo? ¿El Poder Ejecutivo? El pueblo sin duda lo deshizo. En fin, yo no quiero traer a la memoria recuerdos tan tristes. He espuesto que el reducirse a menor número lo creia conveniente, porque siempre creí que el Congreso elijiera unos sujetos capaces de desempeñarnos. Los mismos patriotas quieren que haya Congreso: pero esos mismos patriotas quieren un Congreso virtuoso, un Congreso que los salve. Si este Congreso ha de ser así, que exista. Juramos todos los miembros que de aquí no hemos de sacar ejemplo ninguno. Fuera esas piltrafas; todo Congreso donde se espera empleo, jamas puede hacer nada útil. Yo quisiera tener a los pueblos en esta opinion. Señor, desnudémonos de todo, vengamos solo a hacer el bien jeneral; entónces el pueblo sabrá que es un Congreso desinteresado; pero cuando veo que se pretende la duracion del Congreso i se teme como siempre que los que han llevado lazos han salido empleados, casi se puede presumir que lo mismo sucederá ahora. Pido, pues, que se ponga en discusion esta proposicion. Señor, juremos no tener empleo ninguno en tres años, i entónces seré el primero que suscriba a la duracion del Congreso; pero pensar, señor, que es buena la duracion de un cuerpo en que no se ha visto el menor asomo de desinteres, el menor asomo del bien