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Página:Sevigne Cartas Escogidas.djvu/158

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134 MADAMA DE BEVIGNÉ

vadeable; dice que si y no lo es. Escuadrones enteros pasan á nado sin desordenarse: verdad es que él pasa el primero. Esto no se ha intentado nunca, pero le sale bien ; envuelve los escuadrones enemigos y los obliga á rendirse. Bien veis que su felicidad y su dolor ne se han separado, pero debéis tener grandes relaciones de todo esto. ll caballero de Nantoujllet babía caído del caballo, se va al fondo, sube, se hunde y vuelve á subir; en fin, encuentra la cola de un caballo y se agarra á ella ; este caballo le conduce á la orilla; monta luego sobre el caballo, se mezcla en el combate, recibe dos sablazos en su sombrero y se vuelve tan contento : esto es de una sangre fría que me hace recordar á Orontes, Principe de los masagetas; por lo demás, no hay nada más verdad que el que Mr. de Lon- gueville había confesado antes de partir; como él no se alababa nunca de nada, no había ni siquiera hecho la corle ni aun á eu madre ; pero fué una confesión conducida por nuestros amigos (de Port-Royal) y cuya absolución fué diferida más de dos meses. Esto ha sido tan verdad, que Mad. Le Longue- ville no ha podido dudar de ello. Ya podéis pensar qué con- suelo. Él hacía una infinidad de liberalidades y caridades de que nadie se enteraba, y que no hacía sino á condición de que no se hablase de ellas: jamás se ha visto un hombre de tan sólidas virtudes; no le faltaban sino algunos vicios; es decir, un poco de orgullo, de vanidad y de altivez; pero por lo de- más, jamás ha estado tan cerca de la perfección : pago lui, pago il mondo. Estaba por encima de todas las alabanzas; con tal que estuviese contento de él, le bastaba. Yo veo á me- nudo genles que están todavía muy lejos de consolarse de esta pérdida ; pero para la mayor parte del mundo, hija mía, esto ya ha pasado; esta triste noticia no ha causado aflicción, sino durante tres ó cuatro dias ; la muerte de MADAME duró mucho más. Los intereses particulares de cada uno por lo que pasa en el ejército, impiden el gran interés por las desgracias de los otros. Desde este primer combate no ha sido cuestión más que de ciudades rendidas y de diputados que vienen á pedir la gracia de ser recibidos por S. M.