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CARTAS ESCOGIDAS 221 virtud á prueba que es para mi todo lo peligroso que pueda ser, no quiero recibir este pensamiento, que es algo que mi corazón, á pesar de mi resolución, me hace sentir. Yo espero aquí cartas vuestras con mucha impaciencia, y para escribiros, mi querida bija, pues éste es mi único placer; estoy lejos de vos y si los médicos, de los cuales yo me burlo extremada- mente me prohibiesen escribiros, yo los prohibiría comer y respirar para ver qué tal les iba con este régimen.

Dadme noticias de mi pequeña y decidmo si se acostumbra á su convento; dádmelas también vuestras y de las de Mr. de LaGarde : decidme si no vendréis este invierno á Paris: no puedo disirularos que estaría sensiblemente afligida si por estas des- gracias y estas imposibilidades que pueden suceder, estuviere privada de veros. La palabra peste que nombráis en vuestra carta me hace temblar; la temería mucho de Provenza. Ruego á Dios, hija mía, que aparte este azote de un sitio en que os ha puesto á vos. ¡Qué dolor que pasemos nuestra vida tan lejos la una de la otra, cuando nuestra amistad nos aproxima tan tiernamente!

A LA MISMA

Vichy, domingo 24 de mayu de 1676.

Estoy encantada verdaderamente cuando recibo vuestras car= tas, querida hija; son tan amables que no puedo resolverme á gozar sola del placer de leerlas; pero no temáis nada, yo no hago nada ridículo. Hago ver una sola linea á Bayard, otra al canónigo. ¡Ah, y qué bien os ama este canónigo! Y en verdad está encantado de vuestra manera de escribir. No dejo ver más que lo que conviene, y ya comprenderéis que me hago dueña y señora de la carta, para que no se lea por en- cima del hombro lo que yo no quiero que se vea.