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12 MADAMA DE SEVIGNÉ

dículo madrigal que yo he leido en mi vida. » El Rey se echó 4 reir, y le dijo : — « ¿No es verdad que el que lo ha escrito es un fatuo? — Señor, no hay medio de darle otro nombre, — Está bien, dijo el Rey; me alegro que me hayáis hablado tan francan- mente;soy yo quien le he hecho.—¡Ah, señor, quétraición ! devuél- vamele vuestra majestad, que yo le he leído muy deprisa. — No, señor mariscal, los primeros sentimientos, son siempre los más naturales.» — El Rey ha reído mucho con esta broma, y todo el mundo encuentra que ésta es una de las pequeñas molestias más crueles que se pueden dar á un viejo cortesano. En cuanto á mí, que me gusta siempre hacer reflexiones, quisiera que el Rey las hiciese también y que juzgase por este asunto cuán lejos está siempre de conocer la verdad. Nosotros estamos á punto, de tener una bien cruel, que es el rescate de nuestras rentas, hasta el punto que ns envíe al hospital. La emoción es grando, pero la dureza lo es aún más. ¿No encontráis que esto es em- prender muchas cosas á la yez? La que más me apena, no es la que me hace perder una parte de mis bienes,

Martes, 2 de diciembre.

Nuestro querido y desgraciado amigo ha hablado dos horas esta mañana; pero tan admirablemente, que algunos no han podido menos de admirarle. Mr. Renard (1), entre otros, ha dicho : « Es preciso confesar que este hombre es incompa- rable; no ha hablado nunca tan bien en cl parlamento. » Era todavía sobre los seis millones y sobre sus gástos; no hay nada de comparable á lo que él ha dicho sobre este asunto. Os escribiré el jueves y el viernes, que serán los dos últimos días de interrogatorio y continuaré todavía hasta el final.

Quiera Dios que mi última carta os haga saber lo que yo

1) Consejero, miermbro de la Comisión, fué de opinión favorable á Fouquet.