14 MADAMA DE SEVIGNÉ Martes por la noche.
He recibido vuestra carta que me ha hecho ver que no obligo á un ingrato; jamás he visto nada tan agradable ni tan generoso : sería preciso estar exenta de amor propio para no ser sensible á alabanzas como las vuestras. Os aseguro, pues, que estoy encantada de que tengáis buena opinión de mi enrazón, y Os aseguro además, que, sin querer volveros fine- zas por fiuezas, tengo por vos una estima infinitamente supe- rior á las palabras de que se hace uso ordinariamente, para expresar lo que se piensa, y que tengo una alegría y un con- suelo sensibles en poderos hablar de un asunto en el cual tenemos los dos tanto interés.
Hoy nuestre querido amigo ha ido también al banquillo. El abate d'lifat, le ha saludado al pasar; le ha dicho al vol- verle el saludo : « Señor, soy vuestro muy humilde servidor » con esa fisonomía sonriente y fija que le conocemos. El abate d'Effiat se ha conmovido tanio de ternura, que no podía más.
En seguida que Mr. Fouquet ha estado ante el tribunal, el Canciller le mandó sentarse. Él ha contestado : « Señor, ayer sacasleis consecuencias de que yo estaba sentado; dijisteis que esto era reconocer la Cámara; puesto que esto es así, yo os ruego me permitáis el que no me siente en el banquillo. » Kn esto el Canciller le ha dicho que podía retirarse. Mr. Fou- quet ha respondido : « Yo no pretendo hacer de esto un nuevo incidente; solamente quiero, si lo permitís, hacer mi protesta ordinaria y tomar acta de ella, después de lo cual yo respon- deré. » s
Se hizo como él deseaba; se ha sentado y ha continuado la pensión de las gabelas, á lo cual ha respondido perfectamente. Si continúa, los interrogatorios le serán provechosos. Se habla mucho en París de su admirabie espíritu y de su firmeza. Ha pedido una cosa que me hace temblar. Conjura á una de sus amigas, á que le haga saber se destino, por vía encantada, bueno ó malo, como Dius se lo envie, sin preámbulos, á fin de que tenga tiempo de recibir la noticia por los que vengan