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CARTAS ESCOSIDAS 369

camisa y á refrescarme y de allí á cenar al hotel de Chaulnes, donde la cena era demasiado grande. Encontré allí á la buena duquesa de Marbeuf, á cuya casa me vine á acostar y donde estoy alojada como una verdadera princesa ce Tarento, en una bonita cámara adornada con hermoso terciopelo rojo car- mesi ornada como en París, un buen lecho donde he dormido admirablemente. Una buena mujer, que está encantada de te- nerme, y una buena amiga, que liene por nosotros sentimientos de los cuales estaréis contenla.

Vedme aquí plantada por algunos días; pues mi nuera mira como yo los Rochers con el rabillo del ojo, muriéndose de de- seos porirallí á descansar. No puede sostener largo tiempo la agitación que da la llegada de Mad. de Chaulnes. Tomaremos nuestro tiempo. Yo la he encontrado siempre muy viva, muy bonita, queriéndome mucho, encantada de vos y de Mr. de Grignan; tiene un gusto por él, que nos hace reir (1). Mi hijo es siempre amable; me parece muy contento de verme; es de muy bonita figura, una salud perfecta, vivo y de ingenio; me ha hablado mucho de vos y de vuestro hijo á quien ama; ha encontrado gentes que le han dicho cosas de las cuales ha que- dado conmovido y sorprendido, pues tiene como nosotros, la idea de un muchacho y todo lo que se dice de él, es sólido y serio.

Una palabra á cerca de vuestra salud, mi querida hija; la mía es perfecia del todo, estoy sorprendida de ello. Tenéis aturdimientos, según habéis resuelto nombrarlos, puesto qué Bo queréis decir vapores. Vuestro mal de las piernas me da mucha pema; tenemos aquí nuestro capuchino, que ha vuelto á trabajar con este querido camarada, cuyos ojos os dan tan malos pensamientos; así no puedo consultar nada, ni por yos, ni por Paulina. Yo os exhorto siempre á cuidar el deseo que tiene esta niña de agradaros, pues haréis de ella una persona completa. Os recomiendo también usar de la facilidad que en-


(1) La nuera de Mad. de Sevigné no había visto jamás á Mr. de Griguan.

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