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. CARTAS ESCOGIDAS , 373

Hablemos de una vez, bija mia, de la prevención del caba- llero; la amistad ¿puede producir tal ceguera? Yo creo cono- cerlo, pero me parece que se deja siempre convencer por la luz: no se ama menos á los que se equivocan, pero se ve claro. ¡Qué! ¿una desconocida, llamada razón, sostenida por la verdad, llamará á la puerta y será arrojada de allí como de la Universidad de Paris? (Ya habeis visto la encantadora obra de D spreaux.)

Y no se quería solamente oirla acompañada de sus piezas justificativas. ¡Qué! dos y dos ¿no serán ya cuatro? Una gratificación dada por el mariscal de la Meilleraie, de cien escu- dos en dos años, que no ha sido jamás ninguna clase de pen= sión y que no se conoce, sería un crímen el que no continuara, cuando se dice : « Señor, será preciso aguardar á los Estados próximos; si yo me hubiese engañado, esto se repararía fácil- mente. » Pues por la del muerto rayado y dada á los Estados del 71, Coctlogón no se muestra descontento. ¿Se puede estar equivocado, cuando uno hace ver todas estas cosas? ¡Ah! si el caballero tuviese una causa tal en Ja mano, con esta sangre ardiente que hace la gota y los héroes, él la sabría sostener de muy otra manera que yo lo hago. Pero, ¿se puede con un tan buen ingenio, cerrar los ojos y la puerta á esta pobre ver- dad? No, seguramente, mi querida condesa ; no es este el ca- Pitulo acerca del cual el duque de Chaulnes está equivocado ; es su obra maestra de amistad; ha llenado en esto todos los deberes y aun más : es con nosotros con quien está equivo- cado y con quien tiene un procedimiento enteramente incom- prensible. Tal es la miseria de los hombres; todo es verdad y todo es mentira; este es el mundo. Este buen duque me ha escrito también á Tolon, no cesa de pensar en mí, sin haber pensado un solo momento, durante ocho días que ha estado en París; ni una palabra al Rey de esta diputación tantas veces prometida, y con tanta amistad y razón de creer, que proseguía el asunto; ni una palabra á Mr. de Croissi, cuyo hijo se llevaba y á quien hubiera nombrado vuestro hermano; el dice una palabra en el aireá Mr, de Lavardin. 4Pero, creía él-