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11 PRÓLOGO

Sembraba al rededor de sí pasiones desgraciadas, de las cuales se cuidaba poco, y conservaba generosamente por amigos aquellos que no quería como amantes. Su primo Bussy, su maestro Menage, el principe de Conti, hermano del gran Condé, el superintendente Fouquet, dieron sus suspiros por ella, que permaneció inviolabiemente fiel á éste último en su des- gracia; y cuando Cuenta el proceso del superintendente á Mr. de Pomponne, es preciso ver con qué enternecimiento habla de nuestro querido desgraciado. Joven todavía, y bella sin pre- tensiones, se había impuesto en el mundo la tarea de amar á su hija, y no quería otra felicidad que la de educarla y verla brillar. (4.)

La señorita de Sevigné figuraba desde 1663 en los bri- llantes bailes de Ve sales, y el poeta oficial que tenía entonces en la Corte la plaza que Racine y Boileau tuvieron á partir de 1672, Benserade, hizo más de un madrigal en honor de


dean. En fin, la alegría es el verdadero estado de vuestra alma y la pena os es más contraria que á nadie en el mundo. » Mad. de Seyi- gré, tenia lo que se puede llamar hwnor en el sentido de humo- rismo; pero un hermoso humor iluminado y variado á cada ins- tante por la más viva imaginación. Éstos relámpagos y esta :legría de colores forman á veces como un velo delante de su sensibili lad, que, aun en los momentos de duelo, no puede impedir el que tome formas graciosas : es preciso habituarse á verla bajo este risma. lay algo de Mad. de Cornuel en Mad. de Sevigné.

(1) Existe un encantador retrato de Mad. de Sévigné, joven, por el ahate Arnauld. Preciso es que haya tenido mucho brillo. y color para poder comunicársele un momento al estilo de este digno abale, que no parece haber tenido, como escritor, el talenio de la familia. En este viaje fué, dice en sus memorias (año 1631) cuando Mr. de Sevigné me hizo entablar conocimiento con lu ilustre marguesa de Sevigué, su sobrina; me parece que la veo todavía tal como ella me pareció la primera vez que tuve el honor de verla, llegando en el fondo de su carroza completamente abierta, entre su hijo y su hija; así como los poetas representan á Latona en me- dio del joven Apolo y de la joven Diana, así brillaba la alegría en la madre y en los hijos.¡ Qué hermosa es ella! un espiritu, una belleza, una gracia extraordinaria en su carroza abierta del todo,

  • adiante entre dos hermosas criaturas.