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CARTAS ESCOGIDAS 541

perdido nada, aunque las amo todas, y no quiero perder lo que viene de vos; encuentro que no se puede desear nada que no esté en las ya recibidas. Están primeramente muy bien escri- tas, y además tan tiernas y lan naturales, que es imposible no creerlas; la desconfianza misma sería convencida. Tienen este carácter de verdad que se mantiene siempre, que se hace ver con autoridad, mientras que la fa'sedad y la mentira perma- necen agoviadas por l£3 palabras sin poder persuadir; cuanto más sus sentimientg se esfuerzan en sparecer, más ocultos quedan. Los vuestros son verdaderos y lo parecen; vuestras palabras no sirven más que para explicaros; y en esta noble sencillez tienen una fuerza á la cual no se puede resistir. Ved aquí, hija mía, lo que me han parecido vuestras cartas : juzgad ahora qué efecto me hacen y qué clase de lágrimas derramo al encontrarme persuadida de la verdad que más deseo. Po- déis juzgar por esto del efecto que me han producido las cosas que en otras ocasiones me han dado sentimientos con- trarios. Si mis palabras tienen el mismo poder que las vuestras, no es preciso deciros más. Estoy segura que mis verdades han hecho en yos su efecto ordinario, pero no quiero que digáis que yo era una cortina que os ocultaba. Tanto peor si yo os ocultaba. Yos sois todavía más amable cuando se des- corre la cortina ; es preciso que estéis al descubierto para estar en toda perfección. Nosotros lo hemos dicho mil veces. En cuanto á mi, me parece que estoy completamente desnuda; que se me ha despojado de todo lo que me hacía amable, no me atrevo á ver la gente; y aunque se ha hecho mucho por consolarme, he pasado todos estos días como un lobo perdido sin poder hacer otra cosa. Pocas gentes son dignas de com- prender lo que yo siento; he buscado los que son de este pe- queño número, y he huído los otros. He visto á Guitaud y su mujer : os aman mucho; decidme alguna palabra para ellos.

Dos ó tres Grignan vinieron á verme ayer mañana. Mil veces he dado gracias á Adhemar por haberos prestado su lecho. No quisimos examinar, si le hubiese sido más agra- dable lurbar vuestro reposo, ó ser causa de él. No tuvimos