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CARTAS ESCOGIDAS 53

mucha lástima de mis pobres vecinos. Mad. Gueton y su her- mano daban muy buenos consejos; estábamos en la mayor consternación : el fuego era tan vivo que nadie osaba aproxi- marse, y no se esperaba el fin del incendio sino con el fin de la casa del pobre Guitaud. Este inspiraba piedad; quería ir á salvar á su madre que ardía en el tercer piso; pero su mujer se agarró á él y le retuvo con violencia; él eslaba entre el dolor de no socorrer.4 su madre y el temor de herir á su mujer embarazada de cinco meses; en fin, me rogó que contuviera su mujer y lo hice. Él encontró á su madre que había pasado á través de las llamas y que estaba salva. Quiso salvar algunos papeles, pero no pudo aproximarse al sitio en que estaban; en fin, volvio á nuestro lado en la calle donde yo había hecho sentar á su mujer : Unos capuchinos llenos de caridad y de destreza trabajaron tan bien que corlaron el fuego. Se arrojó agua sobre el resto del incendio, y por fin el combate acabó falto de combatientes; es decir, después que el primero y el segundo piso de la antecámara, de la cámara y del gabinete que están á la derecha del salón fueron ente- ramente consumidos. Se llamó felicidad á lo que quedaba de la casa aunque haya para Guitaud una pérdida de diez mil escudos, pues se cuenta con hacer restaurar estas habitaciones que estaban pintadas y doradas.

Había varios hermosos cuadros de Mr. le Blanc, dueño de la casa; había también yarias mesas, espejos, miniaturas, muebles y tapicerías. Demuestran mucho sentimiento por la pérdida de unas cartas; yo he pensado que eran cartas del principe. Sin embargo, á las cinco de la mañana era urgenle pensar en Mad. de Guitaud; yo la ofrecí mi lecho, pero Mad. Gucton la llevó al suyo porque tiene varias habita- ciones amuebladas. La hicimos sangrar, enviamos á buscar á Bouchet, el cual teme que esta emoción la haga parir en tér- mino de nueve días. Ella está, pues, en casa de :a pobre Mad, Gueton : todo el mundo viene á verla y yo continúo mis cuidados, porque he comenzado demasiado bien para no acú- bar. Veis á preguntarme cómo ba prendido el fuego en esta